EL PUBLIQUE

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Juan Carlos Escotet compra participación en el banco portugués EuroBic a Isabel Dos Santos en medio del escándalo por los Luanda Leaks


Cuando la ocasión la pintan dudosa, pinta para Escotet

Marcos David Valverde
armando.info

Con una mezcla de clarividencia y audacia, el hombre más rico de Venezuela ya venía internacionalizando sus negocios desde hace tiempo. Pero las últimas adquisiciones de Juan Carlos Escotet para seguir expandiéndolos llevan hasta al observador más distraído a arquear las cejas. Hace semanas anunció la compra de un banco portugués que sirvió de pivote para saquear las arcas de un país africano. Meses antes, se había hecho del control de la sucursal en Florida del liquidado Banco Espirito Santo, también de Portugal, que con anterioridad había sido fruta de tentación para el banco suizo preferido de la boliburguesía. ¿Qué motiva esas jugadas de alto riesgo reputacional?

La historia de Isabel Dos Santos podría contarse en un libro entero o despacharse en un párrafo. El relato más fastuoso diría que Dos Santos es una mujer hecha a sí misma y que amasó tanto dinero como para llegar a ser clasificada por la revista Forbes como la decimotercera fortuna de África, con 2.200 millones de dólares en su haber, el caudal más abultado entre las mujeres de ese continente.

La historia más sucinta, en cambio, se resumiría en una frase que formará parte de su epitafio: su fortuna fue tan colosal como dudosa y malhabida.

Esa biografía condensada comenzó a escribirse a finales del mes de enero reciente, luego de la publicación de la investigación periodística Luanda Leaks, bautizada así por el nombre de la capital de Angola, y liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), el mismo de los Panama Papers. A partir de una enorme filtración de documentos, el proyecto colaborativo pudo demostrar que el poder y las habilidades para los negocios de Isabel Dos Santos en realidad se originaron en un oscuro entramado de sociedades e influencias que creció a la sombra de su padre, el expresidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, quien gobernó el país con mano férrea por 38 años a nombre del marxista MPLA. De todo aquello, el banco portugués EuroBic, fundado en enero de 2008, y en el que la joven Dos Santos poseía 42,5 por ciento, despuntaba como una de sus inversiones más conocidas y útiles.

Lo sorprendente y relevante para Venezuela es que, poco después del escándalo, de hecho menos de un mes más tarde -la investigación periodística se divulgó el 23 de enero, y la compra se hizo pública el 10 de febrero- , el banquero Juan Carlos Escotet compró 95 por ciento de esa propiedad, tóxica en términos de reputación y todavía a merced de acciones legales en Portugal. ¿Qué interés podría tener el hombre más rico de Venezuela, según la misma revista Forbes, que le asigna un patrimonio de 3.400 millones de dólares, en asociar su nombre a una institución empapada hace nada por un grueso escándalo de corrupción?

La bóveda del tesoro

José Eduardo Dos Santos gobernó Angola entre 1979 y 2017. Con el fin de ese régimen, su sucesor, João Lourenço, intentó desmontar el tinglado empresarial que la familia había construido a lo largo de casi 40 años en un país, si bien rico en recursos naturales, asolado por la guerra civil durante buena parte del período.

Lourenço, quien entre 2014 y 2017 fue ministro de Defensa del dictador angoleño, asumió el cargo con ánimos reformistas y prometió acabar con los monopolios. Y monopolio en Angola era sinónimo de la familia Dos Santos. Diamantes, madera, petróleo, cemento y medios de comunicación eran parte de esa caja chica.

Si bien en esos dos años, y de a poco, Lourenço mutiló en Angola las concesiones a la familia de su antiguo jefe, los Dos Santos se habían asegurado de multiplicar y de expandir la fortuna por buena parte del mundo. Isabel no fue la excepción. Quien era conocida como La reina de África devino en una socialité a la que le gustaba, entre otras cosas, repetir que comenzó su vida empresarial vendiendo huevos y fotografiarse, por ejemplo, con Paris Hilton o Antonio Banderas.

Los Luanda Leaks, la filtración de más de 700.000 documentos atribuida al hacker portugués Rui Pinto, permitieron comprobar que la fortuna de Isabel Dos Santos, de su familia paterna y de su esposo, el millonario congoleño Sindika Dokolo, está ligada sin duda al favorecimiento que, desde el poder, José Eduardo Dos Santos concedió a las empresas de su parentela. En el ínterin de las revelaciones ha quedado claro que José Eduardo Dos Santos entregó a las empresas de su hija no menos de 22.000 millones de dólares. En suma, un saqueo estruendoso a las arcas públicas de una nación que, como Angola, tiene a 70% de su población subsistiendo con menos de dos dólares por día.

Impulsado por las revelaciones periodísticas, y luego de un acuerdo de cooperación judicial entre Portugal y Angola, el Banco de Portugal decidió intervenir el banco EuroBic, la joya de la corona de la Reina de África, mientras concluyen las investigaciones y procesos judiciales contra ella. El trabajo es arduo porque la Dos Santos era dueña absoluta o accionista de más de 190 empresas en 41 países, incluyendo paraísos fiscales como Bahamas, Chipre, Luxemburgo, Malta y Panamá. Además, el gobierno de Lourenço intenta el reintegro a las arcas de su país de más de mil millones de dólares a través de un juicio iniciado en Luanda.

En esa parte de la historia, y especialmente en Europa, aparece Escotet, que espera la certificación de diligencia debida (due dilligence) para ser el nuevo dueño del atribulado EuroBic.

Remate relámpago

Antes de la cruzada del actual presidente de Angola hubo quien alertó sobre las irregularidades. Fue una voz que clamó en el desierto, la de la eurodiputada portuguesa Ana Gomes. Fue ella, sin el respaldo de su tolda, el Partido Socialista, quien dijo de manera directa que EuroBic era la “máquina de lavar dinero” de la familia presidencial de Angola. Más adelante tildó a la Fiscalía General de Portugal, a la Comisión del Mercado de Valores y al Banco Central de cómplices con “el robo sistemático de la cleptocracia que expolia al pueblo angoleño”. Los Luanda Leaks sustentaron con documentos sus airadas denuncias.

En el momento de la filtración, Dos Santos tenía 42,5% de las acciones de la agencia (que hasta 2017 conservó su nombre original, Banco BIC Português, S.A.). Su coterráneo Fernando Teles, el 37, 5 por ciento. El resto se distribuía entre otras personalidades de Angola. Los beneficios anuales superaban los 60 millones de euros por año. La gerencia del banco estaba bajo la dirección del presidente ejecutivo, Fernando Texeira Dos Santos, exministro de Finanzas de Portugal.

En junio de 2016, José Eduardo Dos Santos (también católico practicante, que dejaba permear la idea de que sus decisiones estatales eran voluntad divina) nombró a su hija presidenta de Sonangol, la empresa paraestatal encargada de la producción gasífera y petrolera (Angola es un país productor, con reservas equivalentes a 5.000 millones de barriles de crudo).

En su cruzada contra el nepotismo y la corrupción, el sucesor en la presidencia angoleña, João Lourenço, destituyó el año pasado a la Reina de África de la dirección de la empresa petrolera. Hoy, por los Luanda Leaks, se sabe que a partir de entonces comenzaron las transferencias de Dos Santos y de sus allegados para salvar el dinero. Eurobic, de acuerdo con las denuncias de las autoridades portuguesas, fue una de las entidades utilizadas para tales fines.

Tanto así, que fue por ello que el Banco de Portugal -el encargado por ley de supervisarlo- tomó la decisión de intervenirlo. Los documentos filtrados mostraron una transferencia de 38 millones de euros desde la cuenta de Sonangol en el EuroBic a una cuenta en Dubai, adosada a una de las sociedades de Isabel Dos Santos.

“La oficina del fiscal solicitó la incautación de cuentas bancarias como parte de una solicitud de cooperación judicial internacional por parte de las autoridades angoleñas”, comunicó, a comienzos de febrero, la Fiscalía portuguesa, de acuerdo con uno de los reportes del ICIJ.

Antes, en enero, ya el entorno de Isabel Dos Santos en el EuroBic se había estremecido con el descubrimiento en el garaje de su casa, en Lisboa, del cadáver de Nuno Ribeiro da Cunha, director de Banca Privada de la entidad, colaborador estrecho de la magnate angoleña y uno de los portugueses acusados por la Fiscalía de Angola como colaborador en el esquema de lavado de dinero en perjuicio del país africano (además de Sarju Roikundalia, administrador financiero de Sonangol, y Paula Oliveira, encargada de una transferencia de 100 millones de euros a Dubái, por supuesto, para una sociedad de Dos Santos). La policía portuguesa manejó desde el comienzo la hipótesis del suicidio.

La tragedia no fue suficiente para detener la venta relámpago de EuroBic. Hablando en términos financieros, el banco era, junto a la eléctrica Efacec Power Solutions, dos de los activos más atrayentes de la cartera de propiedades de Dos Santos, de cuyas marcas y operaciones tal vez cabía esperar que sobrevivieran indemnes al escándalo. No en balde, fueron los dos primeros que Dos Santos puso en venta al apenas surgir las revelaciones de los Luanda Leaks.

Ya un cable del 29 de enero, publicado por distintos medios portugueses, asomaba que candidatos chinos, árabes, españoles, y hasta un fondo británico, pujaban por el paquete de Dos Santos en el EuroBic. Entre ellos, destacaba el banco español Abanca, con raíces en Galicia y participado por el venezolano Escotet. En declaraciones a la prensa el banquero venezolano ratificó su interés por la transacción, pero condicionado a que se pudiera controlar 75% de las acciones, esto es, más allá del paquete que Dos Santos ponía en el mercado.

El 10 de febrero, triunfal, Abanca daba a conocer la adquisición de 95% de las acciones de EuroBic por un monto que no revelaba, pero que trascendidos de prensa han ubicado en 200 millones de dólares. Juan Carlos Escotet había venido, visto y por fin vencido. La presa: un banco con casi 300.000 clientes y utilidades anuales por 42,5 millones de dólares, pero de reputación ciertamente comprometida en el circuito de lavado de dinero de Isabel Dos Santos y otros desmanes. Por ejemplo, investigaciones periodísticas habían mostrado que en 2013 EuroBic dio un préstamo por nueve millones de dólares al esposo de Isabel Dos Santos, el rico mercader congoleño de diamantes, Sindika Dokolo, que seis años más tarde no había sido pagado.

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