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Con armas como las del traficante Franco Di Gennaro Aristizábal son perpetrados sicariatos en Venezuela


Fusiles, armas y granadas de alta potencia, diseñadas durante la Segunda Guerra Mundial, que hoy portan organizaciones terroristas en el Medio Oriente, como Al Qaeda, y también la guerrilla en Colombia, son también utilizados por bandas criminales para secuestrar, robar y matar en la ciudad de Maracaibo, provincia de Zulia en Venezuela.

Muchas de las armas que circulan en esa ciudad del país petrolero son robadas y provienen de otros países e ingresan por barcos y a través de “trochas” o “caminos verdes” de los municipios limítrofes de Zulia con Colombia, como Mara, Guajira y Jesús Enrique Lossada.

Las armas son elaboradas en Israel, Rusia y los Estados Unidos, los mayores fabricantes de armas del mundo. Solo el país norteamericano, posee 270 millones de armas de fuego, un promedio de 90 por cada 100 personas, afirma un estudio internacional, de Ginebra, Suiza.

Los fusiles de guerra han salido a relucir en manos de criminales, en casos como el del venezolano Franco Di Gennaro Aristizábal, arrestado en 2009 por la policía de Venezuela, en flagrancia, por el delito de tráfico de armas de guerra. No obstante, no volvió a hablarse más del caso y Di Gennaro Aristizábal fue excarcelado sin que volviera a procesársele, pese a las sospechas que pesan en su contra, según ha dicho una persona familiarizada con el asunto.

En la provincia de Zulia estos armamentos los adquieren organizaciones criminales, como la de “Chicho Moto”, “El Gordito González”, “Chivo Vaquiro”, “Los Valencianos” y familias que tienen rivalidades en la zona de la Costa Oriental del Lago. Estas familias se apertrechan con armamento para garantizar su poder en cierta zonas de la región, como en Santa Rita, desde donde extorsionan, roban y toman venganzas con sus propias manos. Allí se registran decenas de muertes por sicariato. Algunas de las víctimas son policías que perecen en enfrentamientos con delincuentes.

Policías y traficantes de armas son responsables de que Maracaibo, ciudad capital de la provincia de Zulia, esté convertida en un arsenal, afirma una persona familiarizada con el tema. En la captura de delincuentes, los policías los despojan de sus armas y luego los extorsionan para dejarlos en libertad. Las pistolas “limpias” (sin solicitudes) las venden, dependiendo del calibre, a otros sujetos para que roben una casa, un auto o ejecuten un sicariato.

También las alquilan por una noche y el que no la regrese, lo buscan donde sea y lo matan, sostiene un informante. Señala que si las armas están vinculadas en delitos, el valor es menor y las comercian en armerías clandestinas.

Para comprobar la “calidad” del arma, muchos verifican los seriales con sus contactos en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y así le ponen precio.

Franco Di Gennaro Aristizábal también es señalado por cooperar con temidas organizaciones binacionales que operan entre Colombia y Venezuela, dedicadas al tráfico de drogas.


Di Gennaro Aristizábal ha incursionado también en el negocio de la ganadería bovina, luego de su excarcelación por el caso por el que fue arrestado en Venezuela en 2009. Franco Di Gennaro posee un centro para el mantenimiento de automóviles, denominado «Motores Franco», localizado en la ciudad de Cabimas, provincia de Zulia, en Venezuela. El venezolano también ofrece en la Internet asesoría en materia automotriz.





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