EL PUBLIQUE

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El hombre que pasó de ser una celebridad deportiva a un preso en las mazmorras de Cuba

Manuel Díaz "Manguera"

Por Alejandro Ríos | Opinión

CubaNet

En el año 2012 la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) dio a conocer el cortometraje documental “Tiempo extra”, como parte de los trabajos de clases anuales de sus alumnos.

Un equipo integrado por Claudia Parra, Bruno Fernandes, Genasco Alves y Andrés Weisner figuran como los directores, pertenecientes al programa Taller de documentales impartido por la experimentada Belkis Vega.

En los 9 minutos y 44 segundos del audiovisual se resume la vida de un cubano singular, Manuel Díaz, que en el poblado de Bauta es conocido con el sobrenombre de Manguera.

Como tantos otros de sus compatriotas, se trata un fanático entusiasta del fútbol, y en su caso del equipo de Brasil.

Los realizadores de “Tiempo extra” eligieron el humor, así como elementos vernáculos, para referir la historia de Manuel Díaz quien, en su amor por el “deporte rey”, estimula una iniciativa que no les acomoda a los guardianes del régimen, y es la de colocar en el techo de su casa la bandera de Brasil como modo de reafirmar la afinidad que guarda con el equipo deportivo de ese país y su cultura.

La idea terminó extendiéndose a buena parte del pueblo de Bauta y con el paso de los “Mundiales” cada cuatro años banderas de otros países ondearon sobre los humildes tejados del vecindario.

Desde que se fundara en 1986, los alumnos foráneos, quienes siempre han integrado la mayoría de la matrícula en la EICTV, se tomaron libertades vedadas a los realizadores cubanos.

Me gusta traer a colación uno de los primeros ejercicios de aquellos años ochenta, donde estudiantes de dirección salieron a las calles habaneras para preguntar qué ocurriría en Cuba a la muerte de Fidel Castro.

No pocos, a todas luces atemorizados, echaban mano del lugar común que se refiere al “relevo” del “comandante” como algo asegurado, mientras el más militante de los testimonios afirmó ante la cámara, sin pestañear, que la pregunta era improcedente porque “Fidel nunca se iba a morir”.

La EICTV siempre funcionó como una suerte de oasis entre las instituciones académicas de la isla. En mis dos o tres visitas al lugar pude constatar asombrado la autonomía de la que disfrutaba en contraposición a las agobiantes limitaciones nacionales.

Los alumnos extranjeros estaban conscientes, sin embargo, de tantos privilegios y de la rudeza con que la dictadura mancillaba a sus conciudadanos.

Afortunadamente, casi todos los proyectos de fin de curso se solidarizaron con los necesitados en la isla. Hoy por hoy integran una filmografía de mínimos dramas cotidianos, donde el absurdo y la falta de libertad interfieren en las esperanzas de sus intérpretes.

“Tiempo extra” se las arregla para que Manuel Díaz deslice muchas de las frustraciones que luego le causarían males mayores.

Cuando el policía de apellido Batista le pregunta sobre la bandera que ondea en el techo de su casa y lo conmina a bajarla, Díaz le habla de su amor por el fútbol brasileño y se niega a cumplir la orden.

“Yo era feliz en este país, durante un mes, cada cuatro años”, se manifiesta Díaz sobre las celebraciones de los mundiales de fútbol.

Luego recuerda que desde el año 1996 tuvo una antena de televisión clandestina para ver los juegos, pero al perderla debió acudir a la casa de amigos que todavía la mantenían activa.

Al final, pagó bien caro para ver otros partidos en un hotel con la misma señal que en su hogar recibía gratis. “Allí es legal y en mi casa es ilegal”, termina diciendo sobre el particular.

Lo que comienza como la historia más bien humorística de un cubano inusual termina siendo la peligrosa elegía del libre albedrío en Cuba, cuando Manuel Díaz declara: “Libertad es sinónimo de elección. Que la persona tenga posibilidades de elegir y hacer con su vida lo que estime conveniente”.

Algún “seguroso” o delator local debió anotar estas palabras del entusiasta “Manguera”, porque durante la pasada rebelión del 11 de julio, en Bauta, la manifestación que pasó frente a su casa lo conminó a que participara y, en principio, apoyó a los rebeldes desde el techo, como es su manera de celebrar.

Pero luego se dio cita en la protesta frente a las oficinas del partido comunista, donde se le ve abogando por la libertad, pero sin violencia, según consta en videos tomados ese día.

Durante la protesta, sin embargo, se produce un altercado con la policía donde él los impele a no reprimir, y la respuesta es una andanada de golpes como si fuera algo planeado de antemano.

Cuando los acontecimientos amainaron y la tiranía comenzó su inescrupulosa represión, Manuel Díaz fue detenido en su casa y desde entonces permanece separado de su madre de 93 años, quien padece de Alzheimer y depende totalmente de su cuidado.

Según la fiscalía, Díaz cometió “hechos con una elevada peligrosidad social”. “Era una de las personas que incitaban a la población a la comisión de hechos violentos”.

Desde entonces, en Twitter hay una campaña de familiares y amigos para que liberen a Manuel Díaz, quien siempre abogó por la felicidad de sus coterráneos.

Los directores de la EICTV que lo eligieron para el documental “Tiempo extra” nunca pudieron imaginar que el ansia de libertad de aquel protagonista, casi 10 años después, derivara en una de las víctimas de la más violenta represión desatada por el régimen en contra de sus propios ciudadanos.



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