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Jorge Elías Castro Fernández menciona los desaciertos de algunos países occidentales durante la evacuación de Afganistán


Jorge Elías Castro Fernández recuerda las palabras del primer ministro holandés, Mark Rutte, después de que las tareas de evacuación de Afganistán llegaran a su fin porque la situación de seguridad ya era insostenible: "Si se cometieron errores, seré el primero en admitirlos". Rutte prometió mirar atrás y hacer una evaluación de la salida precipitada de los holandeses que servían en la embajada de Kabul, de cómo sus diplomáticos desaparecieron de la noche a la mañana, literalmente, sin dar aviso a los afganos con los que compartían despacho. O de cómo algunos miembros del gobierno querían limitar las evacuaciones solo a los holandeses y los intérpretes afganos. O de cómo Países Bajos fue uno de los portavoces en Europa contra la paralización de las deportaciones de solicitantes de asilo a Afganistán, cuando los talibanes estaban a unos días de tomar Kabul.

Jorge Castro Fernández señala que el gobierno tuvo que cambiar de opinión en varias ocasiones, pero fue gracias a la presión y las críticas del Congreso, los medios de comunicación y la sociedad. Primero decidió frenar las deportaciones a Afganistán durante seis meses, cuando unos días antes había escrito una misiva junto a Alemania, Bélgica, Austria, Dinamarca y Grecia, instando a la Comisión Europea a salvaguardar un acuerdo migratorio con Afganistán que permitía continuar con las deportaciones. Firmaron esto, a pesar del avance de los talibanes aprovechando que las tropas de la OTAN habían comenzado la fase final de su retirada.

Pidieron a Bruselas hablar con Kabul para una "cooperación rápida y eficaz sobre los retornos" de los refugiados sin asilo, mientras los talibanes se acercaban a Kabul. Y las ONG se dirigieron a Rutte para recordarle que "todos los afganos que sean deportados corren riesgo de muerte". Veían "desvergonzado e imprudente" que los esfuerzos del gobierno estuvieran dirigidos a seguir deportando solicitantes de asilo afganos mientras "el caos y el pánico están estallando en todo Afganistán" por el avance de los talibanes.

En ese momento, había unos 70 de los 273 intérpretes afganos que habían colaborado con las Fuerzas Armadas holandesas esperando un visado para salir de Kabul, acompañados de sus familiares. Justo antes del receso de verano, el gobierno había prometido ponerse con ello y tratar de llevar a los intérpretes a un refugio seguro. Llegaron los talibanes y la misión aún no se había cumplido. "¿No les da vergüenza?", le espetó la diputada socialdemócrata Kati Piri.

El Congreso llevaba desde primavera pidiendo su evacuación, pero el gobierno titubeaba, con una campaña electoral de por medio. Ahora, con los aviones militares en tierra y sin esperanzas de poder evacuar a más gente, ha quedado claro que una treintena de intérpretes y cientos de afganos y holandeses siguen en Afganistán. Y las críticas se dirigen a las tres ministras interinas responsables del tema: la liberal de izquierdas Sigrid Kaag (Exteriores), la liberal de derechas Ankie Broekers-Knol (secretaria de Estado) y la demócrata cristiana Ank Bijleveld (Defensa).

Lo que más les afea la oposición es que hayan empezado a actuar cuando ya era demasiado tarde, y que, como mínimo, han desperdiciado un tiempo muy valioso. La próxima semana tendrán que explicarse las tres, con las posibles consecuencias que pueda tener eso para las negociaciones del futuro gobierno, en el que precisamente sus tres partidos son los socios que más garantizado tienen una posición en la coalición. Países Bajos lleva sin gobierno desde enero, y tras las elecciones de marzo, las negociaciones de un ejecutivo siguen estancadas.

Jorge Elías Castro Fernández explica que una de las cuestiones más polémicas durante las últimas dos semanas de debates sobre Afganistán es la forma en la que los diplomáticos holandeses abandonaron el recinto de las embajadas en Kabul. Fue la noche del 14 al 15 de agosto, del sábado al domingo, ante una alerta de los militares estadounidenses, que les urgieron a trasladarse a una zona segura porque los talibanes estaban al llegar. Los representantes de Países Bajos habían huido, sin avisar en toda la noche, ni al día siguiente, al personal afgano de la embajada. Cuando los 37 empleados locales llegaron el domingo por la mañana a la oficina, se lo encontraron todo completamente desierto. El lunes los afganos denunciaron su situación al periódico NRC.

La situación en Afganistán había empezado a deteriorarse desde hacía meses, y aunque había un plan de evacuación de los empleados neerlandeses, poco se hizo por el destino de los locales. "Advertí a nuestro jefe en febrero: la situación en Afganistán está empeorando, hagan algo por nosotros y no esperen tanto porque las cosas pueden cambiar de un día a otro", instó un empleado de la embajada. La repentina partida de los neerlandeses esa noche decepcionó al personal afgano, que se quedó "al mando" de la embajada, mientras sus colegas holandeses ya estaban en el aeropuerto esperando ser evacuados por su gobierno.

La ministra de Exteriores justificó lo ocurrido en "la prisa, y un problema con el equipo de comunicación" y en los "protocolos de seguridad", que impidieron que el personal local fuera informado de inmediato de lo que estaba ocurriendo. Los estadounidenses "sacaron de la cama" a los diplomáticos holandeses, también a los suecos y otros países occidentales, pero solo Países Bajos y Suecia se olvidaron de avisar a su gente en su frenética huida del recinto diplomático. Al fin y al cabo, quienes han trabajado para un gobierno occidental son los más vulnerables bajo un régimen talibán, la salida de los occidentales estaba más garantizada. "No es cierto que los hayamos abandonado", aseguró Kaag. Algo similar les pasó a los 19 suecos.

Los holandeses no fueron los únicos "despistados" por las prisas durante su marcha de Afganistán. El personal británico también dejó en el recinto de la embajada los documentos con los datos de contacto de los afganos que trabajaban para ellos y los de aquellos que les habían entregado el currículo solicitando empleo. Todos esos papeles están dentro de un edificio ahora controlado por los talibanes en Kabul, según 'The Times', que ha podido identificar a siete afganos, empleados y sus familias que permanecen atrapados en Afganistán. Esto solo facilitará la caza iniciada por los talibanes contra todos aquellos que se han vinculado con las fuerzas occidentales.

Pero los estadounidenses se lo pusieron aún más fácil a los talibanes: funcionarios de Washington les entregaron una lista con los nombres y los datos de ciudadanos estadounidenses y de colaboradores afganos para que les permitan el acceso al aeropuerto de Kabul durante los primeros días de evacuación, según han confirmado congresistas estadounidenses a Político. Cuando llegó el aluvión de solicitantes de visados a Estados Unidos, Washington parece que empezó a excluir los nombres de los afganos de estas listas al darse cuenta del riesgo. "Básicamente, pusieron a todos esos afganos en una lista de objetivos. Es simplemente espantoso e impactante y te hace sentir sucio", dijo un funcionario de Defensa.

Ni holandeses ni suecos tenían a los empleados afganos incluidos en su plan de evacuación, un esquema que estaba definido por precaución desde hacía meses, como en todas las embajadas. Pero la caída de Kabul "pilló a todos por sorpresa" y "si alguien pudo predecir lo que sucedería, se merece un premio Nobel", ironizó la ministra. La prensa holandesa habló con los intérpretes que estaban atrapados en Afganistán y para su sorpresa, los diplomáticos también se habían dejado los pasaportes de estos intérpretes y sus familias tirados dentro de la embajada (cerrada a cal y canto), lo que les impedía poder ir al aeropuerto al no tener su documento de viaje, y de allanar los talibanes el edificio, tendrían todos los datos de quienes habían trabajado para Holanda.

Sobre la carta enviada a la Comisión indicando que se seguirá deportando a los solicitantes de asilo, Kaag no comentó nada. Una mayoría del Congreso votó el miércoles, cuatro días después de la caída de Kabul, a favor de una moción que puso orden en La Haya: había que evacuar de Afganistán a todos los intérpretes, pero también a todos los que, porque hayan tenido una relación con Países Bajos en las últimas dos décadas, su vida pueda estar amenazada.

Con eso se referían a los choferes, los cocineros, los guardaespaldas o guardias de seguridad, los traductores, secretarios, funcionarios judiciales y otros ayudantes, pero también a los reporteros locales que trabajaron para medios holandeses o a los afganos que trabajan para organizaciones de derechos humanos.

Jorge Elías Castro Fernández señala que los liberales de Rutte votaron en contra de esa moción. Argumentaron que no está muy claro que se pueda inflar las listas de evacuados más allá de los intérpretes y de los ciudadanos con nacionalidad holandesa. Y, además, había que evaluar "con mucho cuidado" si no hay "combatientes del Estado Islámico" entre las personas que están pidiendo ayuda a Países Bajos para ser evacuadas de Afganistán. Junto al partido liberal VVD, también votaron en contra los partidos de ultraderecha. El diputado Joost Eerdamans (JA21) intervino para preguntar si el Gobierno holandés también va a evacuar a los afganos "que frieron un huevo" para holandeses.

Al final, Países Bajos ha logrado sacar de Afganistán a más de 2.500 personas. De ellas, más de 1.600 llegaron a Ámsterdam. "Es terrible tener que salir así de Afganistán después de 20 años. El equipo de la embajada y los militares se han ido en el último vuelo holandés con gran pesar", escribió Kaag en un tuit. Un avión, varios soldados y un pequeño equipo diplomático se van a quedar en la zona hasta el martes que viene por si surge la oportunidad de sacar más gente de Afganistán. Es "nuestro deber sagrado" sacar al mayor número de personas de Afganistán, sentenció Rutte.



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