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Yenny Coromoto Pulgar León ofrece su visión sobre los distintos tipos de iPads existentes en el mercado y sus diferencias


La amante de la tecnología Yenny Coromoto Pulgar León recuerda que el difunto Steve Jobs decía que en un futuro próximo los ordenadores iban a ser como camiones. Iban a quedar, tanto los de sobremesa como los portátiles, reservados para las tareas más pesadas y que más potencia requerían. La mayoría de mortales de a pie se manejaría con un 'smartphone' y una tableta en su día a día, venía a vaticinar el fundador de Apple. La profecía no es que no se haya cumplido, sino que después de la pandemia, los PC han demostrado tener una salud de hierro. Yenny Coromoto Pulgar León señala que también los iPad han reforzado sus números por la adopción acelerada y a pasos agigantados del teletrabajo, pero no al mismo nivel.

Según Yenny Coromoto Pulgar León, a día de hoy, los iPads son los productos que menos ingresos le reportan a la compañía. Echando un vistazo a sus últimas cuentas trimestrales, sus 7.368 millones en ventas quedan por detrás, por supuesto, de los iPhone y la división Servicios, pero también de los 'wearables y accesorios' y de los Mac, con 8.775 y 8.325 millones, respectivamente. Aunque las cifras no estén lejanas entre sí, hay que tener en cuenta una cosa importante: los ordenadores 'made in Cupertino' suponen un porcentaje pequeño del total del mercado, dominado ampliamente por los fabricantes de Windows. Sin embargo, con sus tabletas ocurre prácticamente lo contrario: según Counterpoint, prácticamente 4 de cada 10 dispositivos que se venden en el mundo llevan la 'manzanita' grabada en su parte trasera. Ningún fabricante se le acerca. Ni de lejos. Y esas cifras son porque, junto a Samsung, son los que más carne han puesto en el asador con este tipo de producto.

El problema es que en esta tercera dimensión entre el teléfono y el ordenador no hay una función, una tarea que se ejecute allí con una ventaja pasmosa. Es lo que los anglosajones llaman 'killer app'. Sin embargo, hay personas, cada vez más, que se plantean tener una, bien para el colegio, la universidad o por tener una alternativa en casa al ordenador o por no comprar uno más si hay varios miembros de la familia que lo necesitan.

Hemos estado en los últimos meses probando todos los iPads que Apple ha puesto en circulación en los últimos doce meses. Esto incluye el iPad Air que Apple lanzó en septiembre de 2020, con un diseño renovado. También hemos utilizado el pura sangre de la familia, el iPad Pro de 12,9 pulgadas con el procesador M1, que es el que la marca creó para librarse de Intel en sus ordenadores. Los dos últimos en llegar han sido el iPad de novena generación, el modelo más asequible de la compañía ; y el nuevo iPad Mini, que ha recibido una actualización de diseño que le ha sentado muy bien. El abanico de precios, va desde los 379 euros hasta los 2.200 euros. Los he utilizado para trabajar, para ocio y muchas de las tareas del día a día. He intentado cambiarlos por mi ordenador. A algunos les he sacado más provecho que a otros y en bastantes ocasiones he echado de menos mi MacBook. Aquí va una pequeña guía para que aclares cuál se adapta más a ti, señala Yenny Pulgar León.

iPad a secas: vale para la mayoría Soso pero muy serio y formal. Esa es la mejor manera para describir al iPad de novena generación o, como particularmente suelo llamarlo, iPad a secas. Esta tableta viene a ser el equivalente al iPhone SE en el catálogo de Apple. Es decir, un aparato que presenta algunas renuncias significativas pero que, sin embargo, es capaz de ofrecer la experiencia de iPadOS a un precio contenido.

Hay cuatro modelos. El más básico (solo Wifi) cuenta con 64GB de almacenamiento parte de 379 euros, aunque también uno se puede decantar por la opción con LTE. Además hay una versión superior con 256 GB de memoria, que se encarece hasta los 519 o los 689 euros, dependiendo la conectividad. Ya sabemos de sobra cuál es el 'modus operandi' de Apple y el precio que cobra los 'extra' en el caso del almacenamiento.

iPad Mini: el que más he aprovechado. Es la gran novedad del otoño. Desde hace tiempo se venía rumiando un rediseño del más pequeño de la familia siguiendo los cánones que habían marcado los modelos más premium. Es decir, cantos planos y, sobre todo, una frontal remozada y mejor aprovechada. Frente a la anterior edición, tenemos un crecimiento de 0,4 pulgadas, al pasar de 7,9 a 8,3. Pero es que el porcentaje dedicado a la pantalla es bastante superior, al crecer desde un 70% a casi un 78%.

El cambio se nota y se agradece mucho. El formato gana muchos enteros con el cambio. Particularmente, el iPad mini siempre me había resultado el formato que más se ajustaba a esa idea de tercera dimensión entre el móvil y el PC. Ofrece un panel lo suficientemente espacioso para leer artículos, consultar emails, revisar las redes sociales... Y todo manejable con una mano, sin tener que irse a un formato de diez o más pulgadas. Punto para la manzana en ese sentido. La adopción de este formato supone desterrar el lector de huellas en la parte inferior. Se traslada al botón de encendido, como ya vimos en el iPad Air. Sería interesante contar también con Face ID, pero no es el caso. El desbloqueo funciona bastante bien, pero lo mejor es que tengas dos huellas registradas por si lo utilizas en vertical u horizontal.

iPad Air: la tableta caviar. Si quieres un iPad bueno, el Air es la compra ideal para el 99% de los que cuenten con un presupuesto sin estrecheces para ejecutar esta compra. Lo dije hace un año cuando salió al mercado y me reafirmo ahora. Es el iPad caviar. Puedes vivir sin muchas de las características, pero la verdad que si quieres darte un capricho es una opción buena. También podrías irte al Pro, pero personalmente me parece que las diferencias son cosas que pocos van a disfrutar realmente. Es probable también que más pronto que tarde presenten una actualización del iPad Air, lanzado en octubre de 2020, aunque dudo mucho de que haya diferencias notables con el que pasó por nuestra mesa de pruebas.

Sobre el diseño poco hay que comentar. Fue la segunda tableta de Apple, después del iPad Pro, que adoptó la nueva estética. En este caso tenemos 10,9 pulgadas de pantalla, con marcos reducidos. No tenemos tampoco jack para auriculares. Puedo comprender que se prescinda en un móvil, pero en una tablet debería ser obligatorio. El sonido corre de la mano de altavoces estéreos colocados en cada lado. Aunque no llega a la fidelidad del Pro, solventa bien la papeleta.

El panel es muy similar al que Apple ha incluido en la versión más pequeña de su iPad. Una LCD con tecnología IPS que tiene un poco menos de definición, ya que la concentración de píxeles por pulgadas es de 264 píxeles. No es mala noticia pero los ojos más entrenados serán capaces de detectarlo. Pero vamos, de nuevo volvemos a discutir sobre algo que sobre el papel llama más la atención que en la realidad. Se echa más en falta los 120Hz en determinados momentos. En este caso, el iPad Air se queda anclado en los 60Hz. En 2021, 90 debería ser lo mínimo. Y, por supuesto, a mí el cuerpo me pide ya una OLED.

iPad Pro: para la minoría. El apellido Pro le viene como anillo al dedo a esta tableta. Una tableta que no tiene nada que envidiar a muchos portátiles, incluso a algunos de los que aún a día de hoy tiene Apple en catálogo. La última generación ha sido 'bendecida' con el chip M1 pero la anterior generación ya había dado doblado el brazo en los 'benchmarks' a un buen puñado de ordenadores. Pero, de nuevo, como comentaba en el anterior apartado, la pregunta es quién saca realmente provecho a la fuerza bruta que da un motor así. Una potencia bruta, que no deja de estar atada en corto por iPadOS, a pesar de las concesiones que ha hecho el equipo de desarrollo en las últimas entregas al añadir cosas como poder utilizar ratones o contar con una aplicación de gestión de archivos nativa. El problema es que con las limitaciones existentes son una minoría los que van a poder sacar provecho a este extra de potencia y rendimiento.

El iPad Pro tiene alma de carrera de caballos. Y eso Apple también lo deja notar en la carta de ajustes. El Pro es el único que cuenta con cinco configuraciones de almacenamiento (128, 256, 512GB, 1TB y 2TB). Pero también es el único que te permite elegir la RAM. Y aquí no se andan con chiquitas; 8 o 16GB. El hardware está a la altura de un ordenador premium. Eso sí, la configuración más top supera la frontera de los 2.000 euros.

El problema, perdón por la insistencia, es el software. Está pensado para profesionales que tengan que gestionar actividades que sean más pesadas desde el punto de vista gráfico, como pueda ser crear patrones para impresión 3D, programar o editar vídeo a la máxima calidad. En el día a día, todo se nota más veloz, más fluido. Pero esto no importa mucho. ¿Por qué? Porque da igual tener un coche que pueda correr a 300 kilómetros o a 120 si tienes que circular por una carretera a 50 kilómetros.

¿Por qué no consigo independizarme del MacBook? El iPad es cierto que puede servir a muchos como principal equipo de trabajo. Ya he puesto el ejemplo de estudiantes. También gente cuyo trabajo sea básicamente hacer tareas de ofimática, así como a creadores de contenido. Sin embargo, hay algunas cosas, que intento resumir aquí, que creo que echan para atrás a algunos usuarios. Como tabletas, sinceramente, creo que son las mejores del mercado y eso es algo que se nota en las ventas. Son productos especialmente redondos. Sin embargo, a la hora de cambiar mi MacBook, tengo algunas barreras que me cuesta digerir, concluye Yenny Coromoto Pulgar León.



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