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La estrategia del empresario Carlos Mattos para aplazar las audiencias de su caso en Colombia


Por Daniel Coronell | Opinión

La W Radio

El video desapareció de YouTube. El programa 21 días de la periodista Samanta Villa, deliciosa burla a la ostentación de riqueza de Carlos Mattos, fue borrado sistemáticamente de las redes sociales.

Mostraba al entonces concesionario de Hyundai en Colombia pavoneándose en el ascensor de cristal con biseles metálicos dorados de su casa en el centro histórico de Cartagena.

Todo de blanco hasta los pies vestido, como un palomito, Mattos se paseaba por el enorme comedor de su casa que solía albergar ministros y presidentes.

Sin embargo, la escena culmen era la exhibición de su jet privado y particularmente del baño de la aeronave. La grifería dorada que arrojaba destellos a la cámara era solo el preámbulo a la presentación del inodoro -debería existir la palabra ino de oro- el inodoro dorado con su bizcocho forrado en cuero para que las posaderas del anfitrión y sus invitados fueran acariciadas por la tibia piel.

Sin embargo, el más reciente vuelo de Carlos Mattos no fue en ese Gulfstream mítico sino en las últimas sillas de la clase económica del avión de Iberia que lo trajo anoche a Bogotá, extraditado desde España.

Por años y gastando fortunas en abogados, Mattos logró dilatar la extradición allá y -el proceso aquí- por sobornar a dos jueces y a otros funcionarios. Quizás en este momento debo decir “presuntamente por sobornar” pero es que ya hay once personas condenadas por estos hechos, varios de ellos han confesado que recibieron la plata proveniente de Carlos Mattos.

Algunos fueron sobornados para alterar el computador del centro de reparto judicial con el propósito de que la demanda de Mattos contra Hyundai le cayera al juez previamente comprado.

Ese juez se llama Reinaldo Huertas y es uno de los pocos, junto con Mattos, que continúa sin condena. Es más hasta hace una semana Huertas seguía despachando como juez de la República. A este pillo destituido hace apenas seis días por la Comisión Nacional de Disciplina Judicial le seguían diciendo “Su señoría” hasta la semana pasada.

Pasó unos meses en la cárcel y -como no, por vencimiento de términos- salió de la celda para seguir impartiendo justicia a nombre de la República de Colombia.

Gracias a la imprudencia ese juez cayó el invencible Carlos Mattos. Por el afán de gastarse el efectivo el juez Huertas se fue con una tula llena de billetes a comprar un Mazda último modelo.

Cuando me enteré y comencé a investigar esa información encontré que el juez de la tula acababa de tomar una decisión que favorecía los multimillonarios intereses de Mattos. La columna se llamó “Sobre Ruedas” y fue publicada hace cinco años y dos meses.

De ahí en adelante todo ha ido saliendo a la luz pero el proceso va en cámara lenta. A pesar de las evidencias logradas por la Fiscalía, Mattos siempre ha tenido éxito con sus tácticas dilatorias. No aparecía en las audiencias porque tenía muy secos los ojos o porque su sicoterapeuta le había recomendado evitar el stress.

Siempre, incluso antes de que figurara como su defensor titular, Iván Cancino era el cerebro de su estrategia. ¿No sé si ustedes recuerdan al doctor Cancino? es el que canta como Nino Bravo, el mismo al que los clientes se le enferman del estómago el día de las audiencias.

Ayer mientras el avión de Iberia con Mattos a bordo cruzaba el Atlántico, Cancino enviaba un insistente mensaje. Lo recibieron Migración Colombia, la Policía Nacional, la Interpol, la Fiscalía y el Inpec, entre otros. Un texto que dice: “Solicito de manera respetuosa tener una ambulancia para la atención médica de este ciudadano teniendo en cuenta las precarias condiciones de salud que viene presentando de tiempo atrás”.


Al aterrizar Carlos Mattos siguió el guion. Totalmente embozado, con tapabocas y capucha, empezó a decir en tono alto pero de manera lastimera frente a las cámaras: “Quieren matarme. Ya han matado a varios. Colombia entera sabe quiénes son, quienes están detrás de mi. Colombia entera lo sabe. El mundo entero lo sabe. Ya han matado a dos. Ya han matado a dos”.


Los más suspicaces creen que Mattos al hablar de los dos que ya han matado se refería a Jorge Enrique Pizano, excontroller de la Ruta del Sol II, y a su hijo Alejandro, fallecidos por envenenamiento con cianuro en un caso que jamás fue investigado independientemente, solo por la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez que concluyó que no hubo homicidio en ninguno de los dos casos.

Néstor Humberto había sido grabado precisamente por el occiso diciendo cosas interesantes sobre los sobornos de Odebrecht.

Aunque Néstor Humberto Martínez ha hecho mil malabares retóricos para explicar su relación con Mattos, hay documentos que prueban que su firma de abogados lo representó en una parte del pleito donde otro juez, una jueza ya condenada, recibió plata después de tomar una medida cautelar favorable a Mattos.

La propuesta de servicios firmada por Néstor Humberto Martínez le pide a Mattos una comisión de éxito si logra la medida cautelar, que evidentemente le fue concedida.


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