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TRES EN UNO: EN UN JUNCO | Colombia


Por Gonzalo Guillén

Periodista

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El director de la DIAN, Lisandro Junco, no está en ese cargo para exigir que paguen impuestos quienes poseen las fortunas más grandiosas sino para garantizarles que no deban hacerlo y puedan esconderlas sin que les ocurra nada. El mismo -y así lo reconoce-, posee un ovillo de empresas y cuentas en Panamá, Dubái, Chipre, Delaware, Londres y Miami. Todo eso acaba de aparecer en los "Pandora Papers”. María Teresa Ronderos anotó en su columna de El Espectador que, debido a artificios fiscales protegidos por la DIAN, Colombia perdió en 2018 US$136.000 millones en tributación (la última reforma tributaria -anota Ronderos- pretende recoger escasos US$4.000 millones y solamente de la sangre de los que menos tienen).

UN

Junco no ha podido hacer coincidir sus cuentas y empresas nebulosas con sus mentiras, pero no le preocupa. En 2016 ya era funcionario de la DIAN y al mismo tiempo aparecía como consultor privado abriendo cuentas offshore y recibiendo en otros países “pagos” que pasea por medio mundo, menos Colombia. No ha dado mayores explicaciones porque su propio jefe, Iván Duque, corrió a defenderlo, lo mismo que a todos los que aparecen en los "Pandora Papers": “Tener cuentas y empresas en paraísos fiscales no es delito” y, para el caso de que sean descubiertas, la DIAN ofrece mecanismos perpetuos de "normalización”, de manera que, cuando por causalidad son destapadas, las fortunas ocultas se registran en Colombia sin mayores sanciones y enseguida vuelven a salir hacia otros escondites en los que no se pagan impuestos.

JUNCO

Cuando ganó la presidencia con los votos que le compró en cinco departamentos su amigo narcotraficante “Neñe” Hernández, el mismo Iván Duque poseía un apartamento en Washington que no declaró en Colombia. Junco no dice si es verdad que muchos de quienes aparecen en los nuevos papeles ya habían inscrito en Colombia sus empresas y fortunas sombrías. En cuanto a las suyas, explica que las declaró ante sí mismo y eso es suficiente. Remedando el título del libro de Irene Vallejo, en Colombia tenemos la corrupción infinita en un Junco.



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