Gonzalo Guillén ha sabido mantener distancia frente a quienes detentan el poder. Por eso, habla con igual rigor y contundencia contra Uribe, Duque, o el exfiscal Néstor Humberto Martínez Neira, que contra Chávez, Maduro u Ortega. Es un ser volcánico, apasionado, que no nació para ser santo de devoción de ningún poderoso. Es un hombre circunspecto que ejerce el periodismo de alto riego preferiblemente en solitario. “Me gusta que la gente no sepa siquiera que existo”.
Sus investigaciones en muchas décadas, sobre cuatro aspectos despreciables de la vida nacional —guerrilla, paramilitarismo, narcotráfico y corrupción—, le han traído amenazas de muerte y destierros prolongados. El odio de los denunciados, lo obliga a andar con guardaespaldas.
El país y la democracia le deben mucho a Gonzalo Guillén, quien fue —entre decenas de impactantes revelaciones— quien develó la organización delincuencial de Marquitos Figueroa y la Ñeñe política que terminó volviendo trizas la credibilidad con la política tradicional.
Por sus investigaciones más de un delincuente ha parado en la cárcel. Guillén es un escritor de buena pluma que inició su carrera al lado de Germán Castro Caicedo en El Tiempo. Ha sido editor general de TV Hoy, de La Prensa, del diario El Universo de Guayaquil, de El País de Cali, además de periodista de Miami Herald y del Nuevo Herald de Miami. Ahora realiza y publica sus investigaciones desde el portal La Nueva Prensa.
Hay un antológico artículo publicado en La Nueva Prensa, que muestra sus dotes de excelso cronista, titulado El cura de las dos biblias”, que cuenta el criminal accionar de un cura de Yarumal, Gonzalo Javier Palacio Palacio (recientemente fallecido) señalado de hacer parte de la banda conocida como Los Doce Apóstoles: “él (cura) tenía dos biblias: una, común y corriente, para las misas. Y en la otra, que llevaba a todas partes, había abierto un hueco entre las páginas para esconder un revólver Smith & Wesson, calibre 32, de seis tiros y cacha negra. ¡Como para una película de Tarantino!
Ahora Guillén está en el torbellino de la opinión pública, señalado por el empresario Carlos Mattos, recientemente extraditado desde España, de recibirle 20 millones de pesos “para que, en mi beneficio, desacreditara la labor que realizó la Fiscalía General de la Nación y sus delegados en el caso denominado Hyundai”. Como es conocido, Mattos confesó que sobornó a funcionarios judiciales para conseguir decisiones favorables a sus intereses.
Todo inició con el anuncio de la periodista Darcy Quinn en La FM, a mediados del pasado mes de enero, de que Mattos anunciaría que le pagó a Guillén para que desacreditara a la fiscalía de Néstor Humberto Martínez.
Pero la revelación de Darcy dejó ver su desfachatez e inquina al tratar a Guillén de “supuesto periodista”, siendo que éste —entre otros logros— ha publicado 12 libros periodísticos, ha ganado dos premios internacionales Rey de España y tres premios Simón Bolívar, dos premios nacionales del Círculo de Periodistas de Bogotá y el Premio de la Asociación de Editores de Periódicos del Estado de la Florida.
En el preacuerdo de Mattos, que no ha sido aprobado por ningún juez ni por el representante de víctimas, no me mencionan en parte alguna. Lo demás son manotadas de estiércol mandadas con Darcy Quinn por la banda criminal @FiscaliaCol pic.twitter.com/WHlpUpcKJB
— Gonzalo Guillén (@HELIODOPTERO) February 1, 2022
Además, los documentos que salieron a la luz pública y que entregó el propio Mattos dejaron muchas dudas, pues, como lo sentenció el otro gran periodista investigador Daniel Coronell, “ni la firma, ni la cédula en el recibo son de Gonzalo Guillén”.
Ni la firma, ni la cédula en el recibo son de Gonzalo Guillén @HELIODOPTERO https://t.co/Mwxf7HWN7t
— Daniel Coronell (@DCoronell) February 1, 2022
La vigorosa respuesta de Gonzalo Guillén no se dejó esperar, diciendo que ese es un montaje en su contra, cuyo cabecilla es Néstor Humberto Martínez Neira, a quien ha denunciado durante varios años por temas como el de Odebrecht o por el ocultamiento de bienes y de fondos; que a Mattos le permitieron el preacuerdo a cambio de ensuciar su nombre. “Eso le exigieron y lo voy a demostrar”.
Yo no he tenido el gusto de conocer personalmente a Gonzalo Guillén, pero no puedo ocultar la admiración que le profeso por su labor periodística de toda una vida.
Tampoco sé si la carta firmada por el confeso sobornador de funcionarios judiciales, acusando a Guillén, llevará al curtido periodista a los estrados judiciales.
Pero tengo la íntima convicción —si esto ocurriera— de que Gonzalo Guillén sabrá poner en aprietos a sus adversarios y salir airoso.
0 Comentarios