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Juan Carlos Buitrago: La manipulación política de la seguridad humana


Por: Juan Carlos Buitrago Arias | Opinión

Las2Orillas

El Pacto Histórico ha tomado como bandera de su campaña política, hacer de Colombia la primera potencia mundial de la vida, propósito que está incorporado en “los cinco grandes pactos del cambio”, y esencialmente en el número cinco, titulado “Pacto por la vida, la paz, la democracia y la decencia en el manejo de lo público”.  En este acápite, el literal d. se refiere a la reforma de la Fuerza Pública y a la Policía: “Colombia debe pasar la página de la doctrina de seguridad nacional  e instaurar una política de seguridad humana inspirada en los derechos humanos, la convivencia democrática y la construcción de paz”.

Agrega, que “se adelantará una reforma estructural a las Fuerzas Militares y Policiales, se desvinculará la policía del Ministerio de Defensa para adscribirla al Ministerio de Justicia y Seguridad Ciudadana”. El literal f. plantea una nueva ley para el diálogo y el sometimiento a la justicia de los grupos al margen de la ley; y finalmente el literal g. formula un cambio de paradigma para enfrentar el problema de las drogas ilícitas, considerando avanzar en la “regulación y legalización del consumo de ciertas drogas”.

La seguridad humana ha sido objeto de constante manipulación política desde sus orígenes en los años 80, teniendo como máximos exponentes a Canadá y Japón, posteriormente en 1994 la ONU lo adopta, creando en su seno una Unidad de Seguridad Humana, que al comienzo se interpretó como uno de los enfoques en el marco del principio de Responsabilidad de Proteger, pero que posteriormente fue diferenciándose con propio gobierno en el sentido de asignar a la seguridad un alcance multidimensional que abarcara los derechos humanos, desarrollo y hasta ámbitos económicos, sociales, ambientales, de salud y género.

El Observatorio sobre Territorios de la Universidad del Rosario hizo una compilación muy interesante sobre el origen, evolución y dimensiones de la seguridad humana, aquí se explica la fuerza que adquirió este concepto en la pos guerra fría con el objetivo de desmarcar la seguridad de una visión estrictamente militarista y policial,  y potenciarla integralmente en otras dimensiones, con foco no solo a la seguridad del estado, sino también a la seguridad de las personas.

Cuando se habla de seguridad humana, es sustancial identificar la perspectiva y el objetivo desde los cuales se ha apropiado el concepto. En Colombia ya ha sido aplicado por gobiernos locales en Medellín, Ibagué y Cundinamarca desarrollando programas financiados por el fondo de Seguridad Humana de la ONU. Otros han interpretado la seguridad humana dentro del principio de Responsabilidad de Proteger de las Naciones Unidas que consiste en las medidas que adoptan los Estados, la Comunidad Internacional y la sociedad para prevenir, actuar y proteger a las personas víctimas de crímenes de guerra, genocidios, y violaciones de los derechos humanos; lo que involucra a naciones que padecen conflictos armados, regímenes dictatoriales y Estados que no cumplen con la protección de los derechos fundamentales de las comunidades vulnerables.

A partir de lo expuesto y conocido el programa de seguridad humana del Pacto Histórico, encontramos una formulación oportunista, gaseosa y superficial, reencauchada con fines electorales, apegada a la retórica de doctrina del enemigo interno, aferrada al populismo y al asistencialismo, sin estrategias claras  en la recuperación de la seguridad ciudadana y más bien diseñada como estrategia a largo plazo para edificar bases populares de defensa de una revolución, la clásica inteligencia social, tal como ha ocurrido en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Es decir, en términos pragmáticos busca abastecer de agua al pez como táctica de sostén de una dictadura.

Lo que nos ha ofrecido el Pacto Histórico de hacer de Colombia la primera potencia mundial de la vida, apropiándose del ya construido concepto de seguridad humana, no es más que un sofisma evidente de engaño, sólo basta con revisar su programa de gobierno donde el asistencialismo, el perdón social y la legalización de las drogas y de los grupos terroristas y criminales, se constituirían en la mágica arquitectura de gobierno para entregar a Colombia al comunismo y a la Internacional Socialista del siglo XXI. La frontera con Venezuela por ejemplo, se convertiría en la gran compuerta a través de la cual desfilarán sin Dios y sin Ley, no solo sus aliados regímenes dictatoriales comunistas, sino también las mafias del narcotráfico, que serán su principal fuente de financiamiento.

Los cinco grandes pactos del cambio, pretenden hacer de Colombia la primera potencia mundial de la vida, bajo el precepto exclusivo de las causas estructurales del delito y la violencia, es decir, y las cifras lo contradicen, que existe inseguridad, criminalidad, violencia y narcotráfico, porque hay pobreza, hambre y desempleo; lo que significa justificar la vigencia de las disidencias de la Farc, del ELN, del Clan del Golfo, de la Nueva Marquetalia y del narcotráfico, que mueven el 1,2 % del PIB, negando su evolución y condición de máquinas de guerra para potenciar sus emporios criminales.

El Pacto Histórico tampoco nos ha dicho cómo va a reducir la tasa de 26,6 muertes por cada cien mil habitantes, y cómo desarticulará las mafias de narcotráfico, el Clan del Golfo y las disidencias de las Farc, porque lo único claro, es que arropado en el engaño de la seguridad humana, proyecta “gobernar”  con todos los males que ha padecido la nación, abrigado en otro perverso sofisma: el perdón social, es decir, impunidad al garete.

Así lo está viviendo Chile, cría cuervos y te sacarán los ojos, pues lo está padeciendo el presidente Boric que  no ha podido contener a los suyos, los mismos desadaptados que lo llevaron al poder y que hoy tienen la delincuencia desbordada y las calles convulsionadas. Imagínense un gobierno del Pacto Histórico, a la primera línea homologando a la Policía, a los desmovilizados de la guerrilla de gestores de convivencia, a los Comunes conduciendo la  Seguridad humana, al movimiento social Coca controlando los cultivos ilícitos, y a los detractores y resentidos retirados o destituidos de la Fuerza Pública asumiendo los destinos de la seguridad y la defensa de la nación. Apague y vámonos.

LPNSN: Muy grave lo ocurrido en la Comisión de la Verdad. Su informe final que será presentado en junio pierde validez, objetividad y rigurosidad, luego de la renuncia del comisionado MY ® Carlos Ospina. La verdad será la primera víctima.

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