Las2Orillas
Un liderazgo integrado, sin protagonismos mediáticos y donde todos suman en la capital del país, han sido cruciales en estos logros, y un factor adicional, sencillo pero esencial y quizá poco conocido, es la conducción humana, carismática, firme y efectiva del Comandante de la Policía Metropolitana, cuya reconocida legitimidad le ha otorgado el compromiso y confianza inquebrantable del Ejército, la Fiscalía Seccional de Bogotá, la Secretaría de Seguridad, y más trascendental aún, el apoyo incondicional de sus policías y de los ciudadanos. Este excepcional equipo, puso en marcha el programa “Polígonos de Vida”, estructurados como unidades especializadas, versátiles (por fuera del esquema rígido de los cuadrantes) y efectivas, integrados por los mejores policías e investigadores, con honestidad comprobada, con alta motivación y a quienes se les encomendó la única tarea de actuar con foco exclusivo en las cinco zonas arriba descritas, las más afectadas por el homicidio, identificando y localizando con persistencia las bandas sicariales, judicializándolas con exahustiva rigurosidad, bloqueando su interoperabilidad criminal, neutralizando a tiempo las vendettas y actuando 24/7 sobre blancos de oportunidad, es decir delincuentes reconocidos y visibles que se paseaban en los barrios sin Dios y sin Ley, que solían “burlarse en las narices” de las autoridades, que recuperaban fácilmente su libertad y que debían ser objeto de una muy juiciosa judicialización para asegurar su captura, investigación y juicio.
Es justo destacar el cambio de actitud de la alcaldesa mayor en su condición de Jefe de Policía. El relacionamiento mejoró y el respaldo ha sido sinigual hacia la Policía y con la seguridad. Están en marcha 15 estrategias integrales lideradas muy acertadamente por el Secretario de Seguridad, y que desde ya arrojan efectos positivos; entre ellas la creación del Comando Policial contra el Atraco y la elaboración de un mapa inteligente para caracterizar las rentas criminales que alimentan a los grupos delincuenciales en la ciudad de Bogotá, determinantes en la reducción, no solo del 10 % de los homicidios, también del 35 % de los hurtos, el 21 % del robo de bicicletas y el 19 % de la extorsión. A esto se suma la asignación de recursos importantes para la formación de 4.500 nuevos policías en los próximos tres años y de 167 mil millones de pesos en 2022 para fortalecer la capacidad operativa de las autoridades y de Migración Colombia en la capital; voluntad política que otras administraciones deberían asimilar, porque lamentablemente no ocurre, como es el caso de Cali; la ciudad capital peor rankeada, en el séptimo lugar de las ciudades más violentas del mundo, según el promedio de las evaluaciones realizadas por el Consejo Ciudadano de México durante la última década y que clasifica a las ciudades del mundo que no bajan de una tasa de 30 homicidios por cada cien mil habitantes, consideradas así en la categoría de “violencia muy alta”.
Para ocasionar un giro diametral en la seguridad de las ciudades capitales del país, es clave, no solo avanzar dando continuidad a estrategias efectivas contra los delitos de mayor impacto social, que afecte las rentas criminales del microtráfico y la extorsión, y que lleve los indicadores de hurto y homicidio a su más mínima expresión, como lo estamos apreciando resultado de la iniciativa “polígonos de vida”, donde el peso principal de la responsabilidad está en las autoridades; sino también, encontrar tácticas inteligentes para ganarle la batalla al miedo, a la alta percepción de inseguridad y a la victimización; sumado a la ineluctable tarea de conectar la estrategia de seguridad con la solución a los más grandes desafíos que agobian incesantemente a la ciudadanía, como son el desorden social y la intranquilidad en los espacios públicos, el deterioro del ornato, el exasperante tráfico vehicular y la irritable molestia ciudadana derivada de la migración irregular. ¡La tarea no es imposible!
LPNSN: Verdad, estrategia o desinformación la que rodea la captura del narcotraficante Rafael Caro Quintero en México. La penetración del narcotráfico en las esferas de poder de México parece no tener fondo, de nunca acabar.
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