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Alberto Enrique Finol Galué, el empresario venezolano que dio un "pelotazo" para desarrollar las Torres Paseo de la Ermita del Santo, pero encontró oposición en Madrid por el impacto urbanístico del megaproyecto


El Ayuntamiento de Madrid dio luz verde al megaproyecto inmobiliario Torres Paseo de la Ermita del Santo, que transformará un punto estratégico de la ciudad: dos rascacielos con más de 500 viviendas se levantarán donde, desde hace 15 años, funciona un paseo comercial.

El "pelotazo", según la denuncia de la oposición y de los vecinos, beneficiará a Alberto Enrique Finol Galué, un empresario venezolano con negocios en España que, desde hace años, presiona a la administración política para utilizar los terrenos del Centro Comercial La Ermita, en pleno Madrid Río, como negocio inmobiliario.

Según un reporte de Política Online, Finol Galué, de 87 años, conocido como "Beto", es el máximo accionista de estos 50 mil metros cuadrados. La firma que maneja este enorme espacio comercial -en caída libre por la falta de clientes y la poca inversión en nuevos locales- se llama Desarrollos Ermita del Santo, SOCIMI, S.A., compuesta por cinco empresas. La principal, con un 30%, es Ibemetex, propiedad de este cacique venezolano.

De su currículum se desprende que es "fundador de empresas que operan en diferentes sectores", como Calox International, C.A. (empresa farmacéutica centrada desde 1983 en productos para el consumo humano y veterinario en Venezuela y Centroamérica), el Grupo Zuliano (el complejo petroquímico privado más grande de Venezuela), el periódico El Regional, la TV Zuliana y empresas inmobiliarias que "construyen, adquieren y gestionan centros comerciales", tanto en Venezuela como en España.

Finol Galué es, desde 2011, dueño del centro comercial El Aqualón, de Huelva. Lo compró por 21 millones de euros a la compañía española Galerías de Parques Reunidos, que en ese momento estaba en concurso de acreedores. En España también expandió la franquicia Blockbuster Video CA durante la década del 90.

Su nombre figura en la investigación periodística conocida como "Paradise Papers: secretos de la élite global" por tener una cuenta bancaria en un paraíso fiscal del Caribe.

Finol Galué es, desde 2011, dueño del centro comercial El Aqualón, de Huelva. Lo compró por 21 millones de euros a la compañía española Galerías de Parques Reunidos, que en ese momento estaba en concurso de acreedores. En España también expandió la franquicia Blockbuster Video CA durante la década del 90

El empresario sudamericano convenció al alcalde José Luis Martínez-Almeida de que "lo mejor" para esa zona de la ciudad (en la que viven 60 mil residentes) es la construcción de torres de viviendas. "Es un proyecto de regeneración urbana que mejorará la zona. Sé que hay vecinos que discrepan, pero les animo a que nos hagan sugerencias", dijo Almeida días atrás.

José Luis Martínez-Almeida

Finol Galué ya había convencido en 2014 a la entonces alcaldesa Ana Botella, también del PP. El proyecto, sin embargo, quedó trunco tras el inesperado triunfo de Manuela Carmena (Ahora Madrid) en los comicios de 2015.

La operación multiplicará por cinco el valor de estos terrenos. Actualmente, el centro comercial está valorado en 17,65 millones de euros. El ayuntamiento calcula que el suelo transformado ascenderá a 81,78 millones, una vez descontados todos los costes de demolición y construcción.

Las 584 viviendas se repartirán en dos torres, una de 28 pisos -récord en esa zona de la ciudad- y otra de 18. El 20 por ciento serán ladrillos sociales administrados por el ayuntamiento. Las plantas superiores serán reservadas para "pisos de lujo".

Para Almeida, "el impacto paisajístico final que la ordenación propuesta en su área de influencia visual se evalúa como moderado", según se desprende de sus informes técnicos. El proyecto demandará una inversión de156 millones en los próximos años para completar todo el desarrollo, según los primeros cálculos. La autorización de Cibeles figura en el Boletín Oficial desde el pasado 22 de agosto.

El lunes 24 de octubre, Más Madrid exigió "la paralización inmediata del pelotazo urbanístico de Almeida en la Ermita del Santo". "El barrio carece de centro de salud cercano o de plazas en escuelas infantiles, pero Almeida prefiere hacer negocio", denunció la fuerza opositora.

Un cuestionamiento similar hacen los vecinos, organizados desde que se confirmó la autorización política a esta megaproyecto. "Este pelotazo trae masificación, más contaminación, más tráfico y colapso de los servicios públicos del barrio, ya de por sí insuficientes", reniegan.

Personas familiarizadas con el asunto comentaron que Alberto Finol Galué era catalogado en el pasado como "testaferro" del expresidente venezolano (1984-1989) Jaime Lusinchi. Finol es compadre de Umberto Petricca, un multimillonario empresario de origen italiano, propietario en Venezuela de la Universidad Santa María, de empresas constructoras y de otras compañías contratistas de órganos del Estado venezolano. Además de compadres, Finol Galué y Petricca han compartido sociedad en varios negocios.

Negocios controversiales en Venezuela

Su nombre figura entre las 31 familias que controlan a Venezuela. En los últimos 60 años Alberto “Beto” Finol ha portado los emblemas de ganadero, político, banquero, empresario de medios, telecomunicaciones, sector farmacéutico y promotor inmobiliario, pero es más recordado como “el hombre de confianza” del expresidente Lusinchi; un rol que le ayudó a diversificar su imperio y lo puso en la línea de fuego de denuncias por tráfico de divisas preferenciales en Recadi.

Según una investigación de Luis Ricardo Pérez publicada en tureporte.com, antes de la llegada de la “revolución chavista” y sus controles cambiarios Cadivi, Dicom, Dipro y Simadi, en la llamada cuarta república existió la oficina del Régimen de Cambios Diferenciales, mejor conocida como Recadi, la cual se constituyó en el epicentro de un escándalo de corrupción estimado en 50 mil millones de dólares, que abarcó desde 1983, último año de la gestión de Luis Herrera Campins (Copei), hasta el final de la presidencia de Jaime Lusinchi (AD) a principios de 1989, cuando entregó el mandato a Carlos Andrés Pérez.

Fue en este contexto que la comisión investigadora del Parlamento, especialmente el diputado del MAS, Carlos Tablante, señaló a su homólogo adeco, “Beto” Finol, de favorecerse con los dólares preferenciales en la importación de la leche en polvo para su empresa Ilapeca (Industrias Lácteas de Perijá, C.A.).

El legislador socialista afirmaba que el exdirigente ganadero que rápidamente escaló en las filas de AD hasta llegar a diputado, era parte de un grupo de empresarios allegados a la secretaria y amante del jefe de Estado, Blanca Ibáñez, quienes por haber financiado y administrado la campaña electoral de Lusinchi, recibían contratos gubernamentales y otros favores, que lo ayudaron a convertir su empresa en un emporio comercial de múltiples facetas.

Informaciones publicadas por el diario venezolano El Nacional el 5 de abril de 1989, detallan que Tablante, durante un derecho de palabra ante el Congreso, indicó que “El grupo Beto Finol, aprovechando sus relaciones con el Gobierno Nacional, lograba condiciones ventajosas en la asignación de cupos y delegaciones para importaciones de leche, consiguiendo así mejores precios para la venta”.

Incluso su compañero de bancada Luis Piñerúa Ordáz, lo tildó de “oligarca lácteo” y llegó a señalar en repetidas ocasiones que la doble condición de Finol como diputado y empresario de la industria lechera representaba “la mezcla ideal para traficar influencias y obtener ventajas”.

La respuesta de “Beto” a Piñerúa llegó diez días más tarde en otro derecho de palabra donde aseguraba que nunca había utilizado tráfico de influencias ya que siempre había tenido como norte en la vida, “poner por encima los intereses del país”. Con Tablante fue más duro y advirtió que éste “tendrá que responder con su pellejo por la falsedad de sus denuncias”.

Hastiado del canibalismo político en la tolda blanca que ahora se desmarcaba de todo lo que les recordara a Lusinchi, Finol acudió el 28 de septiembre del 98 al Tribunal de Ética de AD le dijo a los medios que no necesitaba de la política para vivir, una aseveración que luego respaldó con acciones, cuando tras su destitución en el Comité Ejecutivo del partido, le dijo adiós a los “compañeritos” en diciembre de ese mismo año.

El periodista Juan Carlos Zapata, en su libro Plomo con Plomo es Guerra (año 2000), retrata ese período especialmente sensible para el empresario zuliano, en el cual incluso viejos amigos le dieron la espalda y buscaron hacer leña de lo que pensaron era una “árbol caído”.

En el capítulo titulado Pineda contra “Beto” Finol, el cronista relata que el dueño del diario Panorama, Esteban Pineda Belloso, aprovechó también la oportunidad para enfilarla contra el empresario que osó incursionar en el mundo político. “Beto era un empresario que le hacía sombra en el Zulia y Esteban tenía que aporrearlo lo más que pudiera” escribió Zapata.

Finol nunca entendió por qué Panorama lo atacaba, si Pineda, a su entender, era amigo suyo. Mediáticamente expuesto e indefenso, Finol no encontraba periódicos ni periodistas que lo defendieran, por lo cual decidió reactivar unas concesiones de emisoras y televisoras como América 95.5 FM, Radio Popular 950 AM, Zuliana de Televisión, Radiorama Stereo 103.3. FM, Telecentro Canal 11, Radio Popular 1130 AM que le fueron entregadas a allegados del polémico expresidente y su “secretaria privada”.

El exdiputado no se conformó con su renovada influencia en el espectro radioeléctrico y el 30 de septiembre de 1990, con la asesoría del periodista, Adolfo Herrera, lanzó a la calle su propio periódico en la Costa Oriental del Lago: El Regional, hoy dirigido por el ingeniero Gilberto Urdaneta Finol.

En contraposición a su nueva faceta de empresario de medios, Finol optó por un bajo perfil e inició un repliegue en el ámbito nacional. Vendió sus inversiones en el Banco Financiero, antes denominado Agroindustrial de Venezuela y salió de Ilapeca para asociarse la Newzeland Food and Milk Co. Zapata afirma que su desaparición casi total del Zulia, llevó a pensar que Pineda Belloso y sus adversarios finalmente habían logrado “borrarlo del mapa local”, pero en realidad este hábil hombre de negocios había trascendido a la liga de los empresarios multinacionales.

En 1993 el ex industrial de la leche se apuntó en el proyecto Iridium junto a Motorola, con quienes ya venía trabajando en el sector de telecomunicaciones radiales y telefonía celular a través de la empresa ELCA. El proyecto apuntaba a cubrir el planeta con una constelación de 66 satélites de órbita baja, que permitirían llamadas móviles sin la intervención de repetidoras en tierra. El mercado no respondió al proyecto que en 1998 entró en bancarrota.

Según un reporte publicado por el diario El Universal el 23 de junio de 2013 el inicialmente “fallido negocio” representó una pérdida de 4.000 millones de dólares para Motorola y 140 millones de dólares (supuestamente salidos de Recadi) para Finol, aunque se estima que a la larga el impacto quedó revertido y hasta dió ganancias, gracias a un contrato de 72 millones de dólares anuales firmado con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos (El Pentágono) que transformó Iridium en una red de uso militar.

Zapata expone en su libro que al menos hasta el año 2000 cuando este fue publicado, el resto del emporio económico Finol, se repartía de la siguiente manera: Su hijo Luis, manejaba Casa París en Venezuela (dedicado al ramo de los supermercados e hipermercados); Alicia dirigía las televisoras y TV Centro en Barquisimeto; Enrique los periódicos y el equipo de Béisbol Pastora de los Llanos y Daniel maneja lo que quedó del restaurante Boston Chicken en Nueva York.

Las últimas incursiones de Finol en Venezuela se limitan como socio en la Electricidad de Nueva Esparta y la telefonía celular a través de ELCA y una participación minoritaria en Interbank (que fue absorbido por Mercantil). Su hermano José René Finol siguió al frente de las fincas de leche que le suministraban materia prima a Ilapeca, ahora en manos de neozelandeses.

Estimaciones extraoficiales divulgadas en febrero de 2003 por el periodista Simón Jesús Urbina en el Semanario Veraz y reproducidas por el portal Aporrea.com aseguraban que el patrimonio de Finol para la fecha ascendía a unos 4.500 millones de dólares, ubicándolo en la posición número 17 de “las 31 familias que controlan a Venezuela”, justo por debajo del Grupo Phelps (dueño de las empresas 1BC y RCTV) y Nelson Mezerhane (ex propietario de Globovisión).

En 2007 figuró como partícipe en una polémica transacción inmobiliaria en Aruba por el hotel Wynham, en el cual era socio de Oswaldo Cisneros y Alfonso Riveroll. El inmueble turístico más frecuentado por los venezolanos, fue vendido a empresarios neoyorquinos por 230 millones de dólares, la cifra más alta jamás pagada por una propiedad de este tipo en la isla.

Tras un breve silencio en los titulares, en julio de 2016 el nombre de Finol resurgió en los medios, esta vez de España, donde se anunciaba que junto a su socio Juan Guillermo Álamo de la empresa Ibemetex, acometería una inversión de 180 millones de euros en dos proyectos inmobiliarios: La transformación del centro comercial La Ermita en el centro de Madrid y un complejo habitacional de 125 casas en el poblado costero de Montgat, a pocos kilómetros de Barcelona.

Más allá de las sospechas sobre sus manejos durante el gobierno de Jaime Lusinchi y los sinsabores de su breve incursión política, no cabe dudas de que este zuliano proveniente del sector agropecuario es un habilidoso titán de los negocios que ha sabido esquivar las flechas de sus detractores y cuyo nombre todavía resuena como un sinónimo de poder y dinero, ya sea dentro o fuera del país.

Empresas

Según su perfil en la web de Desarrollos Ermita Del Santo Socimi SA., Finol Galué es fundador de empresas que operan en diferentes sectores, como Calox International, C.A. (empresa farmacéutica centrada desde 1983 en productos para el consumo humano y veterinario en Venezuela y Centroamérica), Grupo Zuliano (el complejo petroquímico privado más grande de Venezuela), el periódico El Regional, la TV Zuliana desde 1990, o empresas inmobiliarias que construyen, adquieren y gestionan centros comerciales en Venezuela y España (como La Ermita en Madrid o Aqualon en Huelva). Asimismo, Finol Galué es titular último mayoritario de Corporación Ibérica Investments, S.A. (así como Presidente de su Consejo de Administración), Ibemetex Investment, S.A. (así como Presidente de su Consejo de Administración), Ibemetex Spain, S.L.U. (así como su Administrador Único), Cines Aqualon, S.L. (así como su Administrador Solidario), Calox International España, S.L. (así como su Administrador solidario), Espacio Quatro Gestión, S.L., Iberosites, S.L.U., y Starbright Management Corp.

Inició su actividad profesional en Venezuela trabajando en empresas de construcción, ganaderas y del sector agrícola. En 1967, junto con un grupo de inversores adquiere ILAPECA (que llegó a ser la mayor empresa de productos lácteos de Venezuela), donde desempeñó el cargo de Gerente General y Presidente. También ha sido promotor de Casa Paris (una cadena de 58 supermercados en Venezuela, 1982-1999), Blockbuster Video C.A. en Venezuela (1991-2004) y del desarrollo de la franquicia en España, así como Consejero y Presidente del Comité de Finanzas de Iridium (proveedor de voz y datos por satélite, 1993-1999).  Entre 1969 y 1994 fue congresista en el Congreso Nacional que representa al estado de Zulia en Venezuela (la región productora de leche más importante del país). 

Alberto Enrique Finol es licenciado en ciencias en la industria láctea en manufactura y producción por la Universidad de Florida (1956).



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