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Cómo los contactos con el poder convirtieron a Eduardo Rivas en el “zar” y “capataz” del oro en Venezuela


Eduardo José Rivas es conocido como el zar de la explotación del oro en Venezuela. El 9 de mayo de 2018 fue retratado sentado a la derecha de Víctor Cano, para ese momento ministro de Desarrollo Minero Ecológico, en la inauguración del Complejo Industrial Domingo Sifontes, ubicado en la población de El Callao, en el estado Bolívar.

Rivas es considerado el hombre de confianza de Nicolás Maduro Guerra, el hijo del mandatario venezolano Nicolás Maduro, en la explotación de las minas y un contrabandista que había estado haciendo amagos políticos en el Psuv y que destacó durante la “Operación Manos de Metal” al delatar a los empresarios que comercializaban con oro, según un reporte de expresa.se.

La Operación Manos de Metal fue una acción del Gobierno venezolano para combatir el contrabando de oro, metales y minerales del país. Se inició en junio de 2018 como parte de la Operación Manos de Papel, que buscaba frenar el tráfico de dinero en efectivo. Como resultado de esta operación, fueron arrestadas varias personas y se solicitaron alertas rojas a la Interpol.

Eduardo Rivas es un empresario y político venezolano que se ha dedicado a la explotación del oro en el estado Bolívar, con el apoyo del gobierno de Nicolás Maduro y su hijo Nicolás Maduro Guerra. Es considerado el zar del oro y el “capataz” que mantiene a Venezuela, pues preside el Complejo Industrial Domingo Sifontes, una planta procesadora de oro ubicada en El Callao.

También participó en la Operación Manos de Metal, una campaña del gobierno para confiscar el oro ilegal y regularizar el sector minero. En este proceso, Rivas habría delatado a varios empresarios que comercializaban con oro sin autorización oficial.

Rivas tiene vínculos con las Fuerzas Armadas y los grupos armados irregulares que operan en la zona minera, lo que le permite tener acceso privilegiado a los recursos naturales y evitar la fiscalización ambiental y social.

Eduardo Rivas también preside el Complejo Industrial Manuel Piar, otra planta procesadora de oro ubicada en Ciudad Guayana. Además, es el dueño de Inversiones y Representaciones Glenduard, una empresa que participa en el Complejo Industrial Domingo Sifontes en El Callao. Rivas controla la mayoría accionaria y es director principal de la compañía.


Complejo Industrial Domingo Sifontes

Aunque no nació en El Callao, sí es del estado Bolívar. También intentó obtener un puesto en el Consejo Legislativo de ese estado, en 2008, con el apoyo del Partido Socialista Unido de Venezuela, pero su candidatura no respaldo el apoyo popular. Por lo menos hasta 2013 no hay información de la vinculación de Rivas con el sector aurífero, solo con venta de oro en pequeñas cantidades. Algunos de quienes señalan que su oficio era el de técnico de refrigeración, recuerdan haber sabido que ocasionalmente se dedicaba a la venta de oro.

Eduardo José Rivas tiene la protección de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), una agencia de seguridad del Estado venezolano.

La Dgcim se encarga de la seguridad de Rivas y del Complejo Industrial Domingo Sifontes, así como de algunas plantas de procesamiento de oro en la zona. La presencia de este organismo de inteligencia en áreas mineras y plantas para cumplir funciones de resguardo y vigilancia no era común. Tal labor siempre le había correspondido y aún corresponde a la Fuerza Armada Nacional venezolana.

El Complejo Industrial Domingo Sifontes cuenta con plantas de cianuración que utilizan el cianuro y el carbón activado para extraer el oro de las arenas auríferas. El Complejo Industrial tendría capacidad para producir 21,6 kilos de oro al día, lo que se traduciría en un promedio de ocho toneladas de oro al año.

El cianuro se utiliza en las plantas de cianuración para extraer el oro de los minerales. El proceso consiste en disolver el oro en una solución acuosa de cianuro, que luego se separa del mineral. El cianuro es muy tóxico y puede contaminar el agua, el suelo y el aire si no se trata adecuadamente.

En el Complejo Industrial Domingo Sifontes hay seis plantas que usan la lixiviación como método para producir oro. Las plantas son propiedad de empresas privadas que tienen alianzas con el Estado. Sin embargo, el proceso tiene riesgos ambientales y sociales, como la contaminación del agua y el suelo, la afectación de la salud de las comunidades y la falta de transparencia en el manejo de los recursos.

Se trata de plantas de “hidrometalurgia por lixiviación con cianuro para el aprovechamiento de las arenas auríferas derivadas de la pequeña minería” para la producción de oro, de acuerdo con el ministerio de Desarrollo Minero Ecológico. En palabras más sencillas, son plantas que usan cianuro en lugar de mercurio para recuperar el oro que queda en las arenas, una técnica que no es nueva pero que el ministerio ofrece como solución para reducir el uso del tóxico mercurio en el Arco Minero del Orinoco. La apuesta era grande: para 2018 se esperaba haber instalado 45 de esas plantas, según la web Armando.info.

Este proceso de cianuración es como un repaso o segundo tamizado en la producción de oro. El insumo básico para alimentar el proceso es el de las llamadas arenas de cola, es decir, el desecho que queda luego de procesar las arenas auríferas en un molino primario.

En detalle, el minero extrae con técnicas rudimentarias de las minas de galerías o túneles, a unos 30 metros de profundidad, trozos de piedras que luego lleva a triturar a un molino, también con escasa tecnología. Allí, con el uso de mercurio, se puede rescatar del 30% al 35% del oro que contiene el material aurífero extraído de la mina. Culminado el proceso queda un desecho o remanente, en forma de arena, que posee aún un porcentaje considerable de oro, hasta 70%.

“De ese 70% que deja el minero aún le puedo sacar un 85% o 90% del oro que contiene, usando la técnica de cianuración”, explica un geólogo. Justamente ese remanente del que aún es posible recuperar buena cantidad de oro es el que los molineros le venden al complejo Domingo Sifontes y a las plantas de cianuración, pues estas nacieron con una debilidad: no tienen mina propia que les garantice el material primario que necesitan. “Las arenas de oro no se importan, las tienes o no”, sentencia el geólogo.

No se conoce con claridad cuáles son las funciones que cumplen cada una de las empresas que participan en el Complejo Industrial Domingo Sifontes, pues solo dos de las seis aparecen en los informes oficiales del Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico que presentan balances de logros y alianzas firmadas al cierre de 2018. Se trata de Glenduard y Petroglobal. En ambos casos, firmaron la “alianza estratégica” con la Corporación Venezolana de Minería (CVM) en 2017 por un período de cinco años, contados a partir de 2018. La alianza establece que la CVM aporta el derecho minero y la comercialización del mineral mientras que las empresas aportan el capital, la tecnología y el talento humano.

Glenduard fue registrada en enero de 2016, un mes antes de la publicación del decreto presidencial que anunciaba la creación del Arco Minero del Orinoco, como una empresa que se dedicaría al análisis de suelos, estudios de planificación urbana y de rentabilidad de proyectos, con posibilidades de suscribir alianzas estratégicas con el Estado. En ella, Eduardo Rivas posee el 90% de las acciones y es el director principal, mientras que la abogada Eukarys Lazzar Bernay es la accionista minoritaria y directora gerente.

En septiembre de 2017 modifica su objeto social, “por requerimiento del Banco Central de Venezuela (BCV) y del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes)”, para incluir dos detalles: que las alianzas estratégicas con el Estado pueden ser para compartir procesos productivos para el aprovechamiento del oro y demás materiales estratégicos y, la más llamativa, para “la compra y venta de oro al Banco Central de Venezuela y al Bandes”.

Corporación Petroglobal, en cambio, fue constituida a finales de septiembre de 2016, a los pocos días de haberse hecho una modificación en el expediente mercantil de una empresa homónima. En este caso, la dupla de Mario Bonilla y Raúl Saavedra, habían registrado en Panamá a través de terceros la compañía Petroglobal Management, en octubre de 2015.

Según datos oficiales, las empresas que conforman el Complejo Industrial Domingo Sifontes son: Inversiones RPL, Invertrade, Corporación Petroglobal, Mipre, Inversiones Glenduard (propiedad de Eduardo Rivas) e Inversiones Oriente. Estas empresas son privadas y tienen alianzas con el Estado venezolano a través de la Corporación Venezolana de Minería (CVM), para explotar las reservas minerales de la región Guayana.

Invertrade fue creada en febrero de 2016, días antes de la publicación del decreto presidencial sobre el arco minero. En los papeles de la empresa aparecen como accionistas Carlos Alberto Ávila Mendoza, Ricardo Alfonso Brito Arasme y la compañía panameña Steel and Mining Group, donde a su vez participan otros venezolanos (Katiuska Da Camara Lucas, Félix Manuel Bastardo Arias y Richard Pinzón Neira).

Estas tres empresas, junto a Mipre (registrada en enero de 2017), tienen en común no solo formar parte del complejo Domingo Sifontes sino también compartir a la misma abogada como redactora de las actas constitutivas, quien además es la socia de Eduardo Rivas en Inversiones y Representaciones Glenduard: Eukarys Lazzar Bernay.

En junio de 2018, a un mes de la inauguración, se realizó la primera fundición de oro en el Complejo Industrial Domingo Sifontes y Rivas, en compañía del presidente de Minerven de ese momento, mostró un lingote de 4,4 kilogramos ante las cámaras.


Eduardo José Rivas (iz.)

Extracción y comercialización de rodio

El rodio es un metal muy escaso y valioso que se usa principalmente para fabricar catalizadores para vehículos. Su producción mundial ha disminuido debido a la pandemia y a los conflictos políticos.

Eduardo Rivas se encargaba también del negocio del rodio, un metal precioso que se encontró en Venezuela. A finales del año 2022, según un artículo de la periodista venezolana Ibéyise Pacheco, Rivas envió un cargamento de rodio a Texas sin autorización oficial y cobró el dinero.

Según algunos tuits de la periodista Ibéyise Pacheco, Rivas cobró 10 millones de dólares por el cargamento de rodio que vendió a empresarios en Texas. El rodio era parte de una reserva que los rusos habían hecho y que Rivas desvió sin permiso. Rivas quería vender más rodio a los mismos empresarios, pero fue descubierto por la administración chavista.

Según algunos reportes, Rivas fue sancionado por la administración de Maduro después de ser descubierto.

Según la periodista Pacheco, sin sorpresas, a Rivas lo montaron en un avión que lo llevó directo a la DGCIM. Después de días desaparecido pudo regresar a Puerto Ordaz. Aseguró, según sus fuentes, que a Rivas “lo dejan vivir porque tiene a mucha gente a quien le debe pagar”.

Pacheco comentó: “Como Venezuela no cuenta con equipos para procesar las arenas con rodio están intentando concentrarlo a través de unos equipos canadienses. También ensayan con hornos para hacer piedras. Quieren abaratar fletes, ocultar mejor la carga y obtener mucho dinero rápidamente”.



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