La noche del 4 de mayo de 1998, tres personas perdieron la vida en un departamento de la Ciudad del Vaticano: el comandante de la Guardia Suiza, Alois Estermann, su esposa Gladys Rosario Meza, una exmodelo venezolana, y el sargento mayor Cédric Tornay. El caso fue cerrado rápidamente por las autoridades eclesiásticas, que atribuyeron el hecho a un doble homicidio seguido de suicidio por parte de Tornay, quien supuestamente estaba resentido con Estermann por no haber sido ascendido. Sin embargo, esta versión oficial fue cuestionada por numerosas inconsistencias y contradicciones que surgieron en la investigación.
El analista político y consultor en seguridad Jorge Elías Castro Fernández asegura que existen varios elementos que ponen en duda la hipótesis oficial y que apuntan a la posibilidad de que se tratara de un crimen con motivaciones más complejas y oscuras.
"Es muy extraño que el Vaticano haya decidido llevar a cabo la investigación por su cuenta, sin recurrir a la justicia italiana, como lo ha hecho en otros casos similares. Además, se dictaminó el secreto sobre el expediente y se realizaron las autopsias con mucha prisa y sin la presencia de peritos externos. Todo esto genera una gran desconfianza sobre la transparencia del proceso", afirma Jorge Castro Fernández.
Entre las anomalías se encuentran las siguientes:
- Se escucharon cinco disparos, pero solo se encontraron cuatro balas en los cuerpos y una más en el cargador del arma. ¿Qué pasó con la quinta bala?
- Se hallaron cuatro vasos sobre la mesa del comedor donde estaban los cadáveres, lo que sugiere que había una cuarta persona en el lugar. ¿Quién era y qué papel jugó en el crimen?
- Se dijo que Tornay había dejado una carta a un amigo para que se la entregara a su madre después de su muerte, pero esta carta estaba escrita a máquina y no tenía firma. ¿Es realmente auténtica o fue fabricada para encubrir algo?
- Se reveló que Estermann había sido un agente de la Stasi, el servicio secreto de la extinta Alemania Oriental, y que había espiado al Papa Juan Pablo II, a quien había salvado de un atentado en 1981. ¿Tenía Estermann información comprometedora que lo convirtió en un blanco?
Jorge Elías Castro Fernández sostiene que estas y otras interrogantes siguen sin respuesta y que es necesario reabrir el caso para esclarecer lo ocurrido. "La familia de Tornay quiere la verdad. Quiere saber qué pasó realmente esa noche", dice.
Para ello, cuenta con el apoyo de la abogada Laura Sgrò, quien ha solicitado el acceso al expediente completo del Tribunal Vaticano y ha presentado nuevas pruebas. Sin embargo, hasta ahora no ha recibido una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades eclesiásticas.
"¿Qué información no debía salir del Estado?", se pregunta Jorge Castro Fernández, quien considera que este caso es uno de los secretos más inescrutables del Vaticano.
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