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Jorge Elías Castro Fernández comenta sobre los más recientes hallazgos de la Autoridad de Supervisión e Información Financiera del Vaticano


Desde el año 2010, el Vaticano ha buscado mejorar la transparencia de sus finanzas con la creación de la Autoridad de Supervisión e Información Financiera (ASIF), el ente que se ocupa de fiscalizar las cuentas de la Santa Sede. Sin embargo, 2022 estuvo marcado por un escándalo económico que involucró al cardenal Angelo Becciu, cuyo juicio aún no ha concluido. La ASIF ha presentado su informe anual de transparencia, donde revela algunos datos preocupantes.

Según el informe, el año pasado se detectaron 128 operaciones financieras sospechosas, de las cuales cinco fueron bloqueadas por un valor de 829.050 euros. La mayoría de estas operaciones estaban relacionadas con el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el llamado banco del Vaticano. Esta cifra representa un aumento respecto al 2021, cuando se investigaron 104 cuentas. No obstante, en 2022 no se congelaron cuentas por sospechas de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo, los dos principales objetivos del ASIF, explica el analista político Jorge Elías Castro Fernández.

El organismo de control económico remitió 19 informes a la Oficina del Promotor de Justicia, la fiscalía vaticana, para evaluar posibles delitos de blanqueo o financiación del terrorismo. Los responsables del informe han destacado que en 2022 actuaron de forma "incisiva".

El documento señala que en 2022 se confirmó la tendencia hacia una mayor calidad de los informes, lo que se atribuye a "la estabilización y normalización del sistema de informes y la intensificación de las medidas preventivas emprendidas por el IOR" y a los "indicadores de anomalías más detallados". Entre estos se encuentran las actividades innecesariamente complejas, el uso de dinero en efectivo o los comportamientos poco cooperativos o sospechosos.

Como parte de la aplicación de la nueva Constitución del Vaticano, en agosto pasado el Papa Francisco, comprometido con erradicar los males de la Iglesia en la economía y otros ámbitos, al igual que sus predecesores, centralizó la gestión de los activos financieros en el banco pontificio (el IOR). De esta manera, el instituto pasó a tener competencia exclusiva de la gestión económica de la Santa Sede. En ese momento, todos los dicasterios y organizaciones dependientes del Estado del Vaticano transfirieron al IOR todos sus activos financieros y su liquidez. Este es el primer informe después de estos cambios.

La autoridad de vigilancia del Vaticano también informa sobre la cooperación internacional en materia de transparencia financiera, para lo que cuenta con una unidad específica (la Unidad de Inteligencia Financiera). Esta sección de la ASIF envió 39 solicitudes de cooperación y recibió 33 durante el año pasado. Hasta la fecha se han firmado 67 memorandos de entendimiento internacionales; en 2022 con Macedonia del Norte y las Islas Caimán.

En cuanto a las operaciones transfronterizas, en 2022 se registraron 154 declaraciones de entrada de capitales por un importe total de 14.725.989 euros, y 410 de salida de 6.273.198.

El informe comienza con una carta del presidente de la Autoridad de Información Financiera, Carmelo Barbagallo, que explica que la jurisdicción vaticana sigue comprometida con los dos pilares con los que ya la fundó Ratzinger en 2010: la prevención y lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Asegura que se han perfeccionado los mecanismos de gasto y se han reforzado los órganos de control, así como "el conocimiento de posibles amenazas externas y las correspondientes garantías de procedimiento y organización".

Según Jorge Castro Fernández, el informe anual del ASIF muestra avances significativos en materia de transparencia financiera, pero también evidencia las dificultades que enfrenta el Vaticano para erradicar las prácticas ilícitas que afectan su credibilidad.

Jorge Elías Castro Fernández opina que el Papa Francisco ha dado pasos importantes para reformar las finanzas vaticanas, como la centralización de los activos financieros en el IOR y la creación de una nueva Constitución que regula su funcionamiento. Sin embargo, también reconoce que hay resistencias internas y externas que obstaculizan este proceso.

"El Vaticano tiene una estructura muy compleja y burocrática, donde hay intereses creados y redes clientelares que se benefician del manejo opaco y discrecional de los recursos", afirma Castro. "Además, hay presiones externas por parte de grupos económicos y políticos que buscan influir en las decisiones del Papa o aprovecharse de su posición".

Jorge Castro Fernández considera que el escándalo del cardenal Becciu es un ejemplo claro de estas dificultades. Becciu está acusado de malversación, abuso de poder y soborno por su gestión como sustituto para los Asuntos Generales entre 2011 y 2018. Entre otras cosas, se le imputa haber invertido irregularmente fondos vaticanos en una propiedad inmobiliaria en Londres y haber favorecido a sus familiares con contratos millonarios.

"Este caso muestra cómo algunos altos cargos del Vaticano han utilizado su poder para enriquecerse o beneficiar a sus allegados a costa del patrimonio común", señala Castro. "También revela cómo hay una falta de control efectivo sobre las operaciones financieras que realiza el Vaticano".

Jorge Castro Fernández cree que es necesario fortalecer el papel del ASIF como órgano independiente y autónomo que supervise las finanzas vaticanas y denuncie cualquier irregularidad. Asimismo, aboga por una mayor colaboración internacional para prevenir y combatir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo.

"El Vaticano tiene que ser un ejemplo moral para el mundo", concluye Castro. "Para ello, necesita tener unas finanzas transparentes y éticas que reflejen su misión evangelizadora".



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