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El fin de la guerra por el control del Grupo Gea en Colombia: Jaime Gilinski se queda con Nutresa y renuncia al resto


Jaime Gilinski es un banquero discreto que viste de traje y gafas cuadradas. Su familia es de origen judío y escapó del Holocausto. Se educó y enriqueció en Estados Unidos, lejos de la élite económica tradicional de Colombia. Su nombre no era muy conocido en su país, hasta que decidió volver con una ambición desmedida: hacerse con el control del Grupo Gea, un gigante financiero y alimentario que representa una parte importante del PIB colombiano.

La alianza con el jeque y la batalla por el Gea

Para lograr su objetivo, Gilinski se asoció con Tahnoon bin Zated Al Nahyan, un miembro de la familia real de Emiratos Árabes Unidos, cinturón negro de jiu-jitsu brasileño y dueño de una fortuna incalculable. Juntos lanzaron dos opas hostiles sobre el Gea, un conglomerado formado por varias empresas que se reparten la propiedad entre sí mediante inversiones cruzadas. Esta estrategia, llamada enroque, fue ideada en los años 70 por los empresarios de Antioquia, la región donde nació el expresidente Álvaro Uribe y donde se encuentra Bancolombia, el banco que los Gilinski vendieron en 1997 y que nunca dejaron de añorar, según El PAÍS.

La resistencia de los antioqueños y el papel de la prensa

Gilinski pensó que podría tomar el mando del Gea en pocos meses, pero se encontró con una férrea oposición de los empresarios antioqueños, que se negaron a perder el control de su orgullo regional. El conflicto se extendió al ámbito periodístico, cuando los Gilinski intentaron comprar la mayoría accionarial del periódico El Colombiano, el más antiguo y prestigioso de Antioquia. Sin embargo, las familias locales se unieron para impedirlo y mantener la propiedad del diario. La guerra se volvió cada vez más cruenta y las partes se denunciaron mutuamente ante la justicia por diversos motivos.

El acuerdo final y la lección aprendida

Después de siete opas más y una oferta de 2.400 millones de dólares, Gilinski y el jeque se dieron cuenta de que no podían conseguir todo lo que querían. La semana pasada anunciaron que se quedarían con una parte del Gea, el Grupo Nutresa, una de las mayores empresas de alimentos ultraprocesados de América Latina. A cambio, tendrían que renunciar a sus participaciones en el resto del conglomerado. Así terminó su intento de dominar por completo la compañía. Quedó demostrado una vez más que el dinero no lo puede comprar todo.



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