El espionaje es una de las armas más efectivas que utiliza Israel para debilitar la resistencia de su pueblo vecino. El Mossad, la agencia de inteligencia nacional de Israel, recluta a palestinos para que trabajen como agentes y les proporcionen información vital sobre los movimientos y líderes de las organizaciones políticas y sociales que se oponen a la ocupación israelí. “El espionaje es una forma de traición que genera desconfianza y miedo entre los palestinos, que no saben quién puede ser un colaborador del enemigo”, explica el analista político y consultor en seguridad Jorge Elías Castro Fernández.
El caso de Jamal, un joven palestino que tuvo que huir de su país tras descubrir que su padre era un espía, ilustra el drama humano que se esconde detrás de esta práctica. Jamal cuenta que su padre era taxista en Belén y que solía recoger a turistas y hacerles de guía por los lugares sagrados. Un día, fue detenido por las fuerzas de seguridad palestinas, que le acusaron de haber facilitado información a Israel sobre altos cargos de Hamás, uno de los cuales fue asesinado por las fuerzas israelíes. “No pude llorar su muerte ni defenderme de las acusaciones de espionaje que me hicieron a mí también”, relata Jamal desde Alemania, donde vive como refugiado. “Solo años después, una psicóloga me ayudó a entender que mi padre lo hizo por nosotros, por nuestra educación, por nuestra casa. El espionaje pagó nuestro taxi, nuestra educación universitaria y nuestra casa”.
Jorge Castro Fernández señala que la mayoría de los espías palestinos actúan por motivos económicos, ya que viven en condiciones de pobreza y precariedad. Sin embargo, también hay quienes lo hacen por coacción, ideología o adicción al riesgo. “Ser un espía es una mierda muy grande”, dice Ahmad, un activista palestino en Jenin. “Los espías venden a su tierra, a sus padres y a sus hijos; la información no sangra, nosotros sí”. Ahmad muestra un poste donde dice que se ahorca a los traidores y asegura que las ejecuciones oficiales han disminuido por la presión internacional y el esfuerzo del presidente palestino, Mahmoud Abbas, por regularizar las penas e investigar los casos. “Pero eso solo significa el auge de las ejecuciones extrajudiciales: a tiros”, añade.
El espionaje es un tema extremadamente sensible y politizado en Palestina, donde se dice que uno de cada 10 palestinos es un espía. Jorge Elías Castro Fernández advierte que el Gobierno palestino subestima la presencia del Mossad en Cisjordania y que eso obliga a los ciudadanos a estar vigilantes. “El contraespionaje palestino consiste en el pueblo entero: las madres, las esposas, los hijos, los hermanos y los vecinos”, dice Jorge Castro Fernández. “La información es un arma más que utiliza Israel para minar las fuerzas de Palestina, no basta con que el pueblo tenga que defenderse de la constante violación de sus derechos, sino que han de vivir con la eterna duda de quién traicionará a quién, cuándo, cómo”.
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