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Confesión del coronel guatemalteco Otto Fernando Godoy Cordón revela la conexión entre militares de Guatemala y Venezuela con el narcotráfico


El coronel Otto Fernando Godoy Cordón admitió ante una corte estadounidense que ayudó al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) a recibir y custodiar aviones con cocaína que llegaban desde Sudamérica a Guatemala. Su testimonio revela otro vínculo entre el ejército de su país y esta organización criminal, que se ha convertido en el principal proveedor de drogas de Estados Unidos. El coronel también implicó a otros militares guatemaltecos y venezolanos en la red de narcotráfico.

La captura y la confesión del coronel Godoy

El 4 de abril de 2022, el coronel Godoy se presentó ante la Corte del Distrito Sur de California, Estados Unidos, y se declaró culpable de narcotráfico. Según una investigación del medio guatemalteco Plaza Pública, con apoyo del Consorcio para Apoyar el Periodismo Regional en América Latina (CAPIR) liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR), el coronel aceptó que desde 2017 hasta febrero de 2018 facilitó el transporte de cocaína desde Sudamérica a Guatemala para el CJNG.

El coronel explicó que un miembro del cártel le daba las coordenadas de las zonas donde querían que aterrizaran los aviones con la droga, provenientes de Venezuela y Colombia. Él se encargaba de buscar lugares adecuados para recibirlos y de trasladar al coordinador del transporte desde su hotel hasta las pistas clandestinas. Además, usaba sus credenciales militares para evitar que las autoridades interceptaran los cargamentos.

El coronel fue capturado el 8 de febrero de 2018 en Poptún, Petén, Guatemala, cuando coordinaba la recepción de una avioneta con más de 500 kilos de cocaína. Junto a él fueron detenidos dos colombianos y un guatemalteco, a quienes les decomisaron armas, municiones y dinero. El operativo se realizó gracias a una alerta enviada desde Colombia, donde las autoridades seguían la pista de la organización criminal.

La expansión del CJNG en Guatemala

El CJNG surgió en 2007 como un brazo armado de otros cárteles mexicanos y se independizó en 2010 bajo el mando de Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”. En solo una década, se convirtió en el mayor proveedor de drogas de Estados Unidos y superó al Cártel de Sinaloa en presencia territorial en México. En Guatemala encontró un aliado estratégico para sus operaciones: el ejército.

La colaboración del coronel Godoy con el cártel mexicano fue confirmada por Manuel Agustín Rodríguez Serna, alias “Manny”, quien era el enlace del CJNG en Colombia. “Manny” fue capturado en noviembre de 2018 y se declaró culpable ante la misma corte que juzgó al coronel. En su testimonio, “Manny” dijo que entre 2014 y 2018 fue miembro de una organización internacional de narcotráfico basada en Jalisco, que operaba en varios países latinoamericanos. También reconoció que fue el responsable de coordinar un cargamento que salió de Venezuela en octubre de 2017 y que terminó aterrizando de emergencia en Guatemala con 419 kilos de cocaína.


Las declaraciones de “Manny” y el coronel Godoy evidencian el ingreso del CJNG a Guatemala al menos desde 2014. Sin embargo, no son los únicos militares guatemaltecos involucrados con esta organización criminal. Según una fuente policial colombiana citada por el diario El Tiempo, la red de narcotráfico también contaba con la colaboración de un capitán y un secretario privado del comandante de la Fuerza Aérea venezolana, quienes les proporcionaban los códigos de ingreso aéreo de las aeronaves con cocaína y les evitaban ser derribados. Además, durante el juicio en Estados Unidos se aclarará si hubo más militares que participaron en las operaciones en tierra.

El impacto en el ejército de Guatemala

La captura del coronel Godoy afectó la imagen del ejército de Guatemala y obligó al presidente Jimmy Morales a tomar medidas para mitigar el daño en la relación con el Gobierno de Estados Unidos. El 6 de marzo de 2018, el presidente Morales removió al general Erick Servando Cano Zamora, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, dependencia donde el coronel Godoy prestaba servicio al momento de su captura. Al día siguiente, fueron relevados otros 187 oficiales de alto y mediano rango en las zonas fronterizas donde operan los narcotraficantes.


El ejército de Guatemala se desvinculó del coronel Godoy y dijo que estaba de descanso cuando fue detenido y que no tenía mando ni tareas operativas. También anunció que le cancelaría los despachos y lo daría de baja de forma deshonrosa si era hallado culpable. Sin embargo, el coronel Godoy no fue dado de baja hasta que fue condenado por un juez guatemalteco por un delito menor que el de narcotráfico. Además, siguió cobrando su salario y un bono de riesgo que se le pagaba a los altos mandos militares.

Tras permanecer seis meses en prisión preventiva en Guatemala, el coronel Godoy fue liberado el 7 de agosto de 2018 por un proceso abreviado que le impuso una pena de cuatro años conmutables por dinero y una multa de solo 10,000 quetzales. El Ministerio Público informó que no se le encontró dinero ni droga al momento de su captura. El coronel Godoy regresó a Petén y montó un negocio de comida llamado “Pollo al Diablo”. Pero su suerte cambió tras la captura y posterior confesión de “Manny”. El 17 de julio de 2020 fue acusado por un fiscal estadounidense de participar en una organización de narcotráfico que operaba desde Venezuela, Colombia, Guatemala y México. El 20 de febrero de 2022 fue capturado nuevamente en Petén y el 26 de julio fue extraditado a Estados Unidos para enfrentar la justicia.

El análisis del fenómeno

La vinculación de militares con el narcotráfico no es nueva en Guatemala, pero en los últimos años parece haberse incrementado. Según el analista Carlos Menocal, exministro de Gobernación, hay tres factores que contribuyen a este fenómeno: primero, el crecimiento de las operaciones del narco; segundo, el atractivo económico del negocio del narcotráfico; y tercero, el debilitamiento de la supervisión e inspectoría dentro de la institución armada.

Menocal explica que el ejército tiene una ventaja para el narco: el control territorial. El ejército cuenta con bases y destacamentos militares que le permiten acceder a todo el territorio nacional y a las rutas que interesan a los narcotraficantes. Algunos oficiales han colaborado con los cárteles para filtrar información, desviar la atención o facilitar la ubicación y construcción de pistas o rutas alternativas para los cargamentos. “Han quedado evidenciados los casos en los que altos rangos militares, desde coroneles hacia arriba, han sido detenidos y procesados porque tenían a su cargo asuntos logísticos del narcotráfico”, señala Menocal.

Un análisis de la revista Insight Crime advierte que “la corrupción sistemática dentro del Ejército lleva a cuestionarse si el posicionar a militares en las zonas fronterizas con el objetivo de combatir el narcotráfico tendrá un efecto positivo, o si los convertirá en un blanco fácil para los sobornos de los grupos criminales”. Una advertencia de lo que se viene con altos oficiales involucrados en el narcotráfico.



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