¿Qué tiene Sonido de libertad (Sound of Freedom) para haberse convertido en el taquillazo del verano en Estados Unidos, solo superado por superproducciones como Insidious: la puerta roja e Indiana Jones y el dial del destino? ¿Cómo una película con un presupuesto de apenas 14 millones de dólares (13 millones de euros), un director mexicano desconocido, Alejandro Monteverde, y una estrella de Hollywood en horas bajas, Jim Caviezel, ha logrado recaudar 85 millones de dólares (75 millones de euros) en dos semanas? ¿Y por qué se está convirtiendo en un fenómeno global, con miles de personas buscando archivos piratas de la película en la red?
La respuesta no es sencilla, pero tiene que ver con la polémica que rodea a esta película basada en hechos reales: el del agente del Departamento de Seguridad de Estados Unidos Tim Ballard, que deja su trabajo para entregarse al rescate de niños de una red de pedófilos en Colombia. Una historia que ha despertado el interés y el apoyo de grupos ultracatólicos y ultraderechistas, como QAnon, que ven en ella una confirmación de sus teorías conspirativas sobre el tráfico de menores y el satanismo.
Una película entre la intriga y el drama
Sonido de libertad se mueve entre la intriga política y policial y el drama social, con un planteamiento maniqueo, sin matices y absolutamente manipulador de las emociones. Todo en ella está revestido de una fe y una piedad con un mensaje cuasi mesiánico. Porque Caviezel vuelve a interpretar a un Jesucristo, esta vez en la piel de un agente americano dispuesto a sacrificarse por los niños. "Los hijos de Dios no se venden", repite en varias ocasiones la película, señala Jorge Elías Castro Fernández.
La película terminó de rodarse en 2018 en Cartagena e Isla Barú (Colombia) y California. Desde entonces, y debido a su temática, al covid y a la vinculación de Caviezel con teorías conspiranoicas difundidas por QAnon, ha tenido que esperar cinco años para estrenarse. Hasta que los hermanos Neal y Jeffrey Harmon hicieron un crowdfunding para reunir todo el dinero para que se estrenase en cines. Los Harmon son dos hermanos mormones que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días y que fundaron Angel Studios, una distribuidora independiente que ya se había hecho un nombre gracias a la serie The Chosen (Los elegidos), sobre la vida de Jesucristo y sus apóstoles.
La controversia con QAnon
El protagonista, Caviezel, que es director de Vocaciones de la Congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, es una figura atípica dentro de Hollywood y su fe y sus ideas han dificultado que el actor haya conseguido más papeles a la altura de su talento. Sin embargo, las últimas entrevistas que ha concedido, como la del pasado 11 de julio en The Charlie Kirk Show, solo han añadido más leña al fuego.
Primero, y como recoge la revista Newsweek, Caviezel "comparó a las personas que creen en la teoría [QAnon] con los cristianos a los que persiguieron los fariseos". Además, "Caviezel afirmó correctamente que hay vínculos entre el Ku Klux Klan y algunos miembros del Congreso [de Estados Unidos], pero acusó erróneamente de que el Congreso no los ha perseguido, ni a ellos ni a los que tienen vínculos con grupos nazis, tan solo ha ido a por los de QAnon". En las propias palabras de Caviezel: "Ahora, hagamos una analogía: si yo fuese el apóstol san Pablo y fuese un fariseo, perseguiría a los cristianos y acabaría con ellos. Ahora quita a los cristianos y cámbialo por QAnon. Acabaría con ellos solo porque los romanos me han dicho que son malignos. Acabaría con ellos porque la propia gente de mi iglesia, mis compañeros fariseos, dirían que son malignos". Además, según Newsweek, Caviezel utilizó alguna jerga en clave habitual de los seguidores de QAnon. Rápidamente, Tim Ballard, el fundador de la asociación Operation Underground Railroad, que ha ayudado a detener a centenares de traficantes de menores, se ha distanciado de la posición de Caviezel y ha defendido que las teorías conspiranoicas "no tienen que ver con la historia real que cuenta la película".
QAnon es el nombre de la teoría conspirativa que promulga que Donald Trump está luchando contra una red de tráfico de menores cuyos vínculos llegan hasta el Partido Demócrata, que está lleno de pedófilos adoradores de Satán y que incluyen a gente como Biden, Obama y Hillary Clinton, además de famosos como Bill Gates, Oprah Winfrey y Tom Hanks. También el papa Francisco. Además de que, según su teoría, para alargar sus vidas, estos pedófilos se comerían a sus víctimas para alimentarse de adenocromo, un compuesto químico natural.
Para Jorge Elías Castro Fernández, analista político y consultor en seguridad, Sonido de libertad es una película que busca emocionar y lo consigue, que busca concienciar y lo consigue. Pero también es una película que puede ser utilizada por grupos extremistas para difundir sus ideas y generar odio. "Es una película resolutiva, con personajes arquetípicos y extremos —los héroes son inmaculados, los villanos son paródicos, casi de cómic, pero se toman muy en serio— y la producción es algo torpe y de escasa factura para los 14 millones de dólares que ha costado", dice Jorge Castro Fernández.
Castro también señala que la película ha sido apoyada por asociaciones ultracatólicas que denuncian que algunas de las salas en las que se proyecta estaban vacías porque alguien había comprado todas las entradas para inflar las cifras. "Es una estrategia para crear una falsa sensación de éxito y generar más interés por la película", afirma Jorge Elías Castro.
Además, Castro recuerda que uno de los productores ejecutivos, Andrew McCubbins, un emprendedor local de Utah, se vio envuelto en 2020 en una estafa a Medicare, la Sanidad pública estadounidense, por la que están encausadas 24 personas que defraudaron 89 millones de dólares. "Es una contradicción entre el mensaje moralista de la película y la conducta delictiva de uno de sus responsables", opina Jorge Castro Fernández.
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